SAN BUENAVENTURA
(Doctor de la Iglesia)
15 de julio
1274 d.C.
Se
llamaba Juan de Fidanza y nació en Bagnoregio (Viterbo) entonces
perteneciente a los Estados Pontificios. Su padre se llamaba Juan de
Fidanza y era médico y su madre, María Ritelli.
Ingresó en la Orden franciscana en 1235, no sólo por
vocación, sino también para cumplir un voto de su madre
hizo a San Francisco de Asís, cuando éste le curó
de una grave enfermedad cuando era niño oblato en el convento
franciscano de su pueblo. El pobre de Asís cuando le sanó
exclamó "o buona ventura!" (de ahí le viene el nombre de
"Buenaventura").
Se formó en
París, en plena lucha teológica, allí fue
discípulo de san Alejandro de Hales (de quién
heredó la cátedra en la Sorbona (1249-1255), amigo y
admirador de Santo Tomás de Aquino. Su lema fue: "Amando a todos
los hombres del mundo en la caridad de Cristo hazte igualmente amable a
todos". Para Buenaventura, como para san Agustín, la
unión del alma con Dios es el término de toda ciencia, y
esto se verifica por el amor. Por eso su enseñanza es más
afectiva y práctica que especulativa. Ingresó en los
franciscanos en París en 1243. Fue nombrado maestro regente de
la Universidad de París.
Es llamado el segundo
fundador de la Orden franciscana por su labor desplegada cuando fue
elegido general en 1257, en el capítulo celebrado en Roma y
presidida por el papa Alejandro IV y a instancias del beato Juan
Buralli de Parma, a quién sucedía. La Orden de Fraile
Menores estaba muy dividida, pero nuestro santo, antepondrá a
todos los honores, consideraciones políticas y doctas palabras,
el espíritu de sencillez del fundador. Con suavidad y
energía animó a los hermanos relajados y frenó los
extremismos de los "fraticelli". Comparó la situación de
la Orden, que en aquel momento contaba con 30.000 miembros, con las 10
plagas de Egipto. Señaló diez abusos. Ejerció este
ministerio durante 16 años, en los cuales visitó los
conventos, presidió los Capítulos y escribió
libros de teología, se preocupó de la observancia de la
regla. Escribió unas constituciones en Narbona, que fueron
aprobadas en 1223, donde añadió a la regla de san
Francisco, la obligación del estudio de los frailes que se
fueran a dedicar a la confesión y a la predicación.
Fue nombrado obispo de
York pero rechazó el cargo. Como cardenal y obispo de Albano,
trabajó con gran acierto en el Concilio de Lyon por la
unión de griegos y latinos y mostró su viabilidad en el
amor. Además trabajó también, junto con el papa
san Gregorio X, para establecer un diálogo interreligioso entre
ortodoxos, católicos y musulmanes. En este concilio
intuyó que los mendicantes podían desaparecer y
logró que tanto los franciscanos como los dominicos no fueran
excluidos del decreto de abolición de nuevas Ordenes. Lavaba la
vajilla de su convento, cerca de Florencia, cuando los enviados del
Papa fueron a anunciarle que era cardenal, y según la
tradición les pidió que colgaran el capelo de la rama de
un árbol porque tenía las manos grasientas y sucias.
"Esto será más duro", suspiró. Era el hombre
más culto de su Orden, pero también el más humilde
y el que mejor había entendido el espíritu de san
Francisco. Escribió: "Itinerario de la mente en Dios"; "El
árbol de la vida"; "Le cinque feste del bambino
Gesú"; "Conferencias sobre el Hexamerón".
A unos
discípulos que tenía dificultades para creer, les
decía así: "Es verdaderamente extraño que no
podáis descubrir el principio de todas las cosas, cuando se
halla tan cerca de vosotros, escrito su nombre con letras de fuego en
la bóveda del firmamento, y con letras de oro en el fondo de
vuestras conciencias".
Se cuenta que un día fue a Monteripido (Perugia), para visitar
al beato fray Gil de Asís, uno de los primeros discípulos
de Francisco. Beato Gil, preocupado por la nueva dirección que
había tomado la Orden, pregunto a Buenaventura, con la
intención de entrar en polémica: - "Maestro, a vos Dios
ha dado grandes dones de inteligencia, por nosotros de poco ingenio y
sin estudios, que no tenemos ninguna ciencia, ¿qué
haremos para salvarnos?". Buenaventura dijo: "Si Dios da al hombre la
gracia de poderlo amar, esto basta". Gil, queriendo profundizar
más le pregunto de nuevo: "¿Puede entonces un ignorante
amar a Dios como un docto?". Y Buenaventura le contestó: "Una
viejecita puede amarlo incluso mas que un maestro de Teología".
Beato Gil contento de sus respuestas, se volvió diciendo a un
personaje imaginario: "Viejecita, pobrecilla, simple e ignorante, ama
al Señor y podrás llegar a ser mas grande que fray
Buenaventura, maestro de Teología". Es conocido como el "Doctor
Seráfico". Murió en Lyon con 47 años y
predicó su amigo el dominico Pedro de Tarantasia, futuro papa
san Inocencio V. La urna que contenía sus restos fue quemada por
los hugonotes en 1562, salvándose sólo la cabeza, que
desapareció definitivamente durante la Revolución
francesa. Fue canonizado en 1482 por el Papa Sixto
IV. Patrón de Lyon.
Textos varios de San
Buenaventura