BEATA VICTORIA DE
JESÚS VALVERDE
13 de enero
1937 d.C.
Francisca Inés Valverde González nació en
Vicálvaro, Madrid (España). Era una mujer de vida
sencilla, muy delicada de salud, cuya preocupación constante era
servir a con diligencia y caridad a quien de su ayuda necesitase. De
ella se dice que nunca tuvo enemigos dada su suavidad de trato, su
dulzura y caridad con todos; su vida era sencilla y sin ruidos.
Solicitó
la entrada al noviciado de las religiosas del Pío
Instituto Calasanzio de la Divina Pastora de Sanlúcar de
Barrameda en 1910 y el 28 de agosto vistió el hábito en
el todavía “Beaterio de la Divina Pastora de Sanlúcar de
Barrameda”. Desde este momento toma el nombre de Victoria de
Jesús.
En 1912 es destinada a
la Comunidad de Monóvar (Alicante) llevando una vida de
sencillez y servicio, en el anonimato, por sólo tres
años, pues en 1915 recibe el destino a Monforte de Lemos (Lugo).
Aquí solicita los Votos Perpetuos que los emite el día 17
de septiembre de 1916. Llegó a Martos (Jaén) en 1917 con
el fin de realizar una fundación. En 1922 fue nombrada Superiora
de la casa, siendo trasladada poco después a Sanlúcar
para regresar a Martos como Superiora en 1931.
Iniciada la guerra,
las religiosas abandonan el colegio y se esconden en casas de amigos en
el mismo Martos. La preocupación de la M. Victoria son sus
Hermanas y no piensa abandonar Martos hasta que la última de las
Religiosas Calasancias lo haga. Obligada, junto con las últimas
Hermanas que quedaban en el convento, a abandonarlo fueron testigos de
como los milicianos invadieron la casa entera y profanando los objetos
religiosos que encontraban a su paso. Previamente las hermanas
habían ya consumido las formas sacramentales que había en
la capilla evitando así el sacrilegio. Así
permanecerá hasta el 12 de enero de 1937, a altas horas de la
noche, es capturada por los milicianos republicanos. Interrogada por el
paradero de sus Hermanas, responde: “Mis hijas no han hecho nada, soy
yo la responsable de todas y la que debo sufrir lo que a ellas les
quieran hacer”.
Pasó esa noche
en oración junto a las Superioras de los monasterios de
Trinitarias (Beata Francisca de la Encarnación) y Clarisas
(Isabel de San Rafael). En la madrugada del 13 de enero son conducidas
junto a cincuenta detenidos a las cercanías de Las Casillas.
Fusilado aquel grupo, mandan a las Religiosas que entren en el
cementerio. Temiendo intenten forzarlas para abusar de ellas, Madre
Victoria se aferra a la verja de la puerta del cementerio. Allí
comienzan a dispararla, entregando su vida a su amado Jesús.
Uno de sus verdugos
quiso quitarle el anillo de profesión perpetua que tenía
puesto y no pudiendo hacerlo porque el cadáver tenía las
manos hinchadas por lo que para llevar a cabo aquel robo le cortaron el
dedo. El anillo luego fue recuperado y es una de las reliquias
guardadas por el Instituto.
Hasta el día siguiente estuvieron los cuerpos esparcidos por el
suelo y sin enterrar; como el espectáculo horrorizaba nadie
quería acercarse al lugar, hasta que el Alcalde de Martos
mandó que los enterraran en el mismo cementerio de Las Casillas,
donde permanecieron hasta el final de la guerra. Finalizada la
contienda, los restos de todos los asesinados en el término de
Martos fueron trasladados a la cripta de la llamada Capilla de los
Mártires de la Iglesia de la Villa. Fue beatificada por el
papa Francisco el 13 de octubre de 2013.