BEATA VICENTA
MARÍA POLONI
11 de noviembre
1855 d.C.
Luigia
nació en Verona en el seno de una familia que vive del comercio
de comestibles y herboristería. Última de 12 hermanos, de
los cuales 9 murieron a tierna edad, Luigia creció en un clima
familiar de sólidos principios religiosos y de un estilo de
solidaridad hacia los más débiles (su padre
pertenecía a la Asociación cívica conocida como
“La Fratellanza”, que tenía como misión ayudar a las
necesidades que se desprendían de los choques entre los soldados
franceses y austriacos que sucedían por aquel entonces). De sus
padres recibió el sentido de la fe, de la oración y del
trabajo y recibió un grado de instrucción adecuado a su
condición social.
Joven de abierto y
vivaz ingenio, fue el brazo derecho de su madre en el cuidado de la
casa, se entregó a la educación de los numerosos
sobrinos, la asistente pronta de una cuñada a menudo enferma y
la ayuda principal en el negocio del padre. Tras la muerte del padre,
graves problemas económicos desequilibraron a la familia. Luigia
entonces se puso a llevar la administración económica de
la familia, sin descuidar la asistencia como voluntaria, en la
Institución del Asilo de ancianos de la ciudad.
Bajo la
dirección espiritual del beato Carlos Steeb su corazón
buscaba las llamadas del Espíritu Santo que la conducían
siempre a una mayor dedicación a la personas ancianas y enfermos
crónicos. En 1836, durante una terrible epidemia de
cólera, dio prueba de abnegación poniendo en peligro su
vida por los enfermos.
El sacerdote Beato
Carlos Steeb, su director espiritual, que la apreciaba mucho y confiaba
en sus cualidades, le dijo: “Hija mía, el Señor la quiere
Fundadora de un Instituto de Hermanas de la Misericordia, ninguna
dificultad la atemorice o la detenga, para Dios nada es imposible”.
Luigia, segura de que su camino, ya marcado por una caridad insomne, va
hacia un designio que solo Dios conoce, con sencillez y confianza
filial en el Padre misericordioso, contesta: “Yo soy la más
incapaz de todos pero el Señor se sirve, a veces, de los
instrumentos más débiles para llevar a cabo sus
designios: que se cumpla su voluntad”.
El 2 de noviembre de
1840, Luigia Poloni, avalada y acompañada por el padre Carlos
Steeb, inicia el Instituto de Hermanas de la Misericordia. Su servicio
humilde y precioso a las personas ancianas y a los huérfanos
abandonados, encuentra su más alta expresión en el
servicio de Madre y Maestra de numerosas jóvenes que, imitando
su ejemplo, aprenden a donar en la humildad, sencillez y caridad su
vida a Dios como hermanas de la Misericordia. Luigia Poloni, que al
emitir los votos religiosos toma el nombre de hermana Vicenta
María.
La Madre Vicenta
María, en los 15 años que vivió después de
la fundación del Instituto, ejerció con celo admirable su
misión de asistencia a los ancianos, enfermos y niños
huérfanos. Con la sabiduría que derivaba de su
temperamento, de su experiencia de vida en familia y sobre todo de su
fidelidad al Espíritu, rigió la Comunidad que, se iba
expandiendo.
Con el ejemplo de vida
y con la enseñanza, recomendaba a sus hijas la rectitud en el
actuar, la ternura hacia los enfermos, la paciencia en las
tribulaciones, la humildad en reconocer los propios errores, la caridad
hacia el prójimo, sobre todo hacia los pobres. A menudo
decía: “Los pobres son nuestros jefes: amémosles y
sirvámosles como serviríamos al mismo Jesucristo en
persona”.
Soportó con fe
y confianza en la divina Providencia dificultades y sacrificios.
Cultivó la oración, el amor a la Eucaristía, la
devoción a la Dolorosa, a los Sagrados Corazones de Jesús
y de María. Tuvo una especial devoción por san Vicente de
Paúl, el santo en el que Carlos Steeb se inspiró para
redactar la Regla para el Instituto que
acababa de nacer.
En los últimos
años de su vida se le desarrolló un tumor que, lentamente
la consumía. Soportó el dolor en silencio para no ser un
peso para las hermanas. Se sometió a una operación
quirúrgica y la cura dolorosísima sin anestesia.
Pasó los últimos 10 días de vida en edificante
preparación a la muerte, confortada por su director espiritual,
don Carlos Steeb, que le suministró la Unción de los
enfermos; murió dejando como último testamento de su
afecto hacia sus hermanas una sola cosa: La caridad.
Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona, fundado el 2 de
noviembre de 1840 en Verona, Italia, por el beato Carlos Steeb (su
conmemoración el 15 de diciembre), y la Beata Madre Vicenta
María Poloni, el Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona
tiene como carisma honrar a Nuestro Señor Jesucristo,
sirviéndolo corporal y espiritualmente en las personas de los
pobres, niños, jóvenes, ancianos, enfermos, encarcelados
y abandonados, mediante sus actividades y obras en escuelas,
parroquias, hospitales, asilos para ancianos, salas de primeros
auxilios en barrios necesitados, cárceles. Fue beatificada
por SS Benedicto XVI el 21 de septiembre de 2008, en Verona (Italia).