BEATO VICENTE KAUN
20 de junio
1626 d.C.
En
Nagasaki, en Japón, Beatos mártires Francisco
Pacheco, presbítero, junto con ocho compañeros de la
Orden de la
Compañía de Jesús, que fueron quemados vivos por
quienes odiaban la fe
cristiana. Estos son los nombres: Baltasar de Torres y Juan Bautista
Zola, presbíteros; Pedro Rinsei, Vicente Kaun, Juan Kinsako,
Pablo
Kinsuke, Miguel Tozo y Gaspar Sadamatsu, religiosos.
Nació en Seúl (Corea). A los 13 años
de edad fue llevado al Japón como prisionero de guerra; se hizo
cristiano e ingresó en el seminario jesuita de Arima,
trabajó durante 30 años como catequista en Japón y
China. Fue un insigne colaborador de los misioneros poniendo al
servicio del evangelio su conocimiento del coreano, el japonés y
el chino.
En 1614, los bonzos soliviantaron a la autoridad y
comenzó un persecución contra los misioneros y a todo
aquel que los ayudase. En 1615 la persecución llegó a la
zona de Nagasaki y hubo una detención masiva de misioneros.
Aunque el rey de Arima, Japón, no puso en vigor inicialmente los
decretos imperiales de 1616 contra el cristianismo sino que,
disimulando, dejó seguir clandestinamente con su apostolado a
los misioneros, en su ida a la corte imperial en 1625 al oír
qué trato se daba en otros sitios a los cristianos, se
asustó de su propia tolerancia y desde la corte dio orden de que
empezara en su reino la persecución anticristiana, como
así se hizo. Por medio de un apóstata se tuvo noticias de
los misioneros y de los cristianos y comenzaron las redadas, la primera
de las cuales fue el 18 de diciembre de 1625.
Ese día fue apresado el P. Francisco Pacheco, que
había fijado su residencia en el puerto de Cochmotzu,
hospedándose en casa de unos sinceros cristianos. Arrestado
junto con un grupo de cristianos, fueron todos ellos llevados a dos
embarcaciones. Cuatro días más tarde fueron arrestados el
P. Juan Bautista Zola y otro grupo de cristianos. Todos fueron
encerrados en la fortaleza de Ximabara, donde comenzaron a pasar
frío y otras penalidades, en unas celdas estrechísimas
donde recibieron un trato inhumano, hasta que llegó orden de que
se les diera buen trato. El 15 de marzo de 1626 hubo la tercera redada,
en la que, mientras decía misa, cayó preso el P. Baltasar
de Torres, lo llevaron a una prisión tipo jaula.
El día 17 de junio de 1626 las autoridades
revisaron las causas seguidas contra los misioneros y sus
compañeros y concluyeron que debían ser quemados vivos,
lo que tuvo lugar en Nagasaki el día 20 siguiente. Fueron
trasladado con una cuerda al cuello y bajo escolta a Nagasaki, donde
sufrieron el martirio, fueron quemados vivos, hasta formar una macabra
iluminación nocturna sobre las colinas que circundaban la
ciudad; sus cenizas fueron arrojadas al mar. Fueron beatificados el 7
de julio de 1867 por Pío IX.