BEATO VARMUNDO DE IVREA
13 de noviembre
1014 d.C.
Nació en el seno de una noble familia vercellesa de Arborio;
estudió en Pavía, donde parece que se calificó en
leyes. Pero por deseo del emperador Otón I fue elegido obispo de
Ivrea, hacia el 983 u 84. Está documentada su presencia en el
sínodo de Milán del 969, convocado para reorganizar las
diócesis del Piamonte meridional devastadas por las incursiones
y ataques de los sarracenos.
Fue un hombre de gran
fe, piedad y humildad, que defendió la libertad de la Iglesia de
las insidias de los poderosos. En particular, estas dotes se muestran
importantes en el contexto de la delicada cuestión del
Marqués Arduino, quien, respaldado por feudatarios laicos, busca
realizar su proyecto político de una Italia unida, al margen de
la Iglesia y el Imperio. Contra él, el santo obispo lanzó
una excomunión, confirmada a continuación por el Papa,
para reivindicar la plena y legítima libertad de la Iglesia.
Fomentó la vida
monástica y promovió la escuela episcopal.
Reconstruyó la
antigua catedral de Santa María, donde puso las reliquias del
presunto mártir tebeo san Tegolo, que se encontró cerca
de la ciudad. San Veremundo concedió también importantes
privilegios a la fundación del monasterio de Fruttuaria,
gobernado como primer abad por Guillermo de Volpino, comprendiendo la
importancia que esa institución podría tener en el
contexto de su territorio diocesano.
Su intensa actividad
sólo se vio interrumpida por la muerte, ocurrida en un
año entre 1010 y 1014. Sobre su tumba se colocó un
cenotafio preparado por él mismo, mientras que el pueblo
comenzó a venerar inmediatamente su memoria como santo, a pesar
de que la confirmación de su culto no llegó hasta el
1857, bajo el pontificado de Pío IX. Su memoria, que se celebraba el 9
de agosto, quedó fijada actualmente para el 13 de noviembre,
día en el que la Iglesia de Ivrea conmemora a todos sus pastores
santos. Sus reliquias se conservan en la catedral de la ciudad.