SAN URBANO V
1362-1370 d.C.
Lux mundi
fue llamado Guillermo de Grimord en una crónica alemana de su
tiempo. Fue el Papa del retorno a Roma. "Representante del sol y de la
justicia" le llamó Petrarca, que le dedicó un himno
cuando, el 16 de octubre de 1367, Urbano V hacía su entrada
triunfal en la Ciudad Eterna, acompañado por el Cardenal
Albirnoz, el verdadero autor de aquel milagro, debido a la magna obra
política realizada en Italia en los catorce años de
actividad que allí había desarrollado. En 1368 Urbano
coronó a Carlos IV como emperador en Roma, marcando así
la reconciliación entre la Santa Sede y el Imperio. En 1369 fue
a Roma el emperador de Bizancio, Juan V Paleólogo, que
abjuró el cisma y se pasó al catolicismo.
Desgraciadamente, el gran paso del emperador no tuvo consecuencias.
Para impedir el nuevo estallido de la guerra entre Francia e
Inglaterra, asustado también por los nuevos desórdenes
que amenazaban a Italia, convencido por las presiones de los Cardenales
franceses, Urbano V regresó a Aviñón, donde
falleció poco después, según la profecía de
Santa Brígida.
Un hecho desalentador para Occidente echa su
trágica sombra sobre el pontíficado de Urbano V. Uno de
los fines que habían empujado al emperador de Bizancio hacia
Roma había sido el de encontrar en los príncipes
occidentales el apoyo necesario para emprender una nueca cruzada y
alejar a los turcos de Bizancio, a la que se aproximaban cada vez
mñas. Los infieles amenazaban el mundo cristiano y nadie se daba
cuenta del peligro. Las ciudades mediterráneas, Venecia,
Génova, Pisa y otras, se negaron a apoyar la cruzada, felices de
poder comerciar con los turcos y de prosperar a costa de Bizancio y de
sí mismas, ya que el avance de los turcos era permanente, y cada
pacto firmado por Venecia, por ejemplo, con los infieles, era seguido
por la caída de algún que otro territorio veneciano en
manos del sultán.
Esta política mercantilista occidental, basada en
una engañadora prosperidad, bajo la protección de unos
pactos de no agresión que los turcos no respetaban jamás,
fue fatal para los cristianos. La primera consecuencia de esta
inconsciente actitud política será la caída de
Constantinopla, seguida por la caída de todas las posesiones
venecianas en el Mediterráneo oriental. Al amparo de sus pactos
con las ciudades occidentales, los turcos seguían avanzando
hacia el norte y hacia occidente. Bulgaria, Servia, los dos estados
rumanos, Moldovia y Valaquia, después de una heorica
resistencia, fueron vencidos uno después de otro y sojuzgados
por los turcos, mientras los occidentales firmaban pactos comerciales
con los enviados del sultán y colocaban sus productos en los
mercados orientales, seguros de que la historia se escribe en los
mercados.
En Inglaterra, el rey Eduardo III, solicitado por el Papa
para que pagara el tributo que Juan sin Tierra se había
comprometido a entregar a la Iglesia, se negó a hacerlo.
Consultado, Juan Wyclif declaró que la promesa de Juan sin
Tierra era nula y sin efecto. Urbano V murió en pleno auge
reformista. Trató por todos los medios de frenar la avidez
materialista de los agentes del fisco papal y de corregir los defectos
de la Curia. Fue canonizado en 1870.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)