BEATO TOMÁS
MARÍA PLANAS AGUILERA
1936 d.C.
26 de agosto
Nació el 17 de
abril de 1909 en Barcelona
Profesó el 31 de agosto de 1926
Sacerdote el 26 de mayo de 1934 en Cervera
Fusilado el 26 de agosto de 1936 en Barcelona
Nació el 17 de abril de 1909 en Barcelona, diócesis de
Barcelona.
Fue bautizado a los pocos días de nacer y confirmado hacia los
ocho años.
Era alumno del colegio de los Misioneros claretianos de la calle P.
Claret, donde surgió su vocación religiosa y entró
al postulantado de Vich en 1921, siendo su prefecto el P. Jaime
Girón. Allí cursó los cuatro años de las
Humanidades, Preparación, Analogía, Sintaxis y
Retórica. Las calificaciones obtenidas fueron brillantes todos
los años en castellano, latín, aritmética,
geografía, historia siempre consiguió el Meritissimus
Maior. Ello demuestra que tenía unas cualidades intelectuales
extraordinarias.
Noviciado. Lo hizo en Cervera. Tomó el hábito el
día 30 de agosto de 1925. Su maestro de novicios fue el P.
Ramón Ribera. Emitió la primera profesión el 31 de
agosto de 1926.
Al día siguiente, día 1 de septiembre de ese año
viajó a Solsona para cursar allí la filosofía.
También en estos estudios demostró su gran talento, su
aplicación, pero también su buena conducta. El 16 de
agosto de 1929 volvió a Cervera para cursar la teología,
tanto la dogmática como la moral, terminando en 1934 con grande
provecho y óptimas calificaciones.
Allí mismo, Cervera, el 26 de mayo de 1934 recibió el
presbiterado de manos del Exc.mo P. Ramón Font y Farrés,
cmf, Obispo de Tarija (Bolivia).
Terminados los estudios fue destinado a Vich, sin un cargo
específico. Al año siguiente, el 9 de septiembre de 1935,
fue a Solsona como profesor de Crítica literaria e Historia
civil. Al finalizar el curso en 1936 fue destinado a Roma para ampliar
estudios. Todo quedó en ilusión y fue a la
Jerusalén eterna por otro camino.
Cualidades y virtudes
Fe: era hombre de fe extraordinaria y profunda.
Sencillo, humilde, prudente en el trato con todos.
Observante de las santas constituciones, perfecto religioso, ejemplar
en el cumplimiento de sus obligaciones. Obediente, muy respetuoso con
los Superiores.
Era piadoso, espíritu fino y delicado, con porte exterior
místico. Entregado a la oración, muy devoto del
Corazón de María y del P. Claret.
Talento preclaro, insigne como escritor. Estudioso, muy aplicado
aprovechando sus grandes cualidades intelectuales. Sobresalía en
los estudios científicos y literarios. Autor de la letra del
himno más popular e Cataluña al P. Claret con
música del maestro Luis Millet.
Tenía un gran espíritu misionero, siempre movido por
ideales misioneros.
Martirio
Se encontraba en la casa de Gracia de paso hacia Roma, ya que
había retrasado el viaje a la espera de otro compañero
para hacer el viaje juntos, y allí le sorprendió el
estallido revolucionario.
El día 19 de julio de 1936 se acogió en la casa de su
hermano Juan, que vivía en la ciudad, donde estuvo hasta su
detención.
El 26 de agosto, a las tres de la madrugada, se presentaron las
patrullas milicianas para hacer un registro en la casa. Al Padre le
encontraron documentos, el pasaporte, y otros escritos personales, que
los rojos leyeron con interés y consideraron como un trofeo. Era
como una sentencia y se lo llevaron detenido al Canódromo, que
está cerca del Hospital de San Pablo. En las dependencias de la
planta baja del Canódromo, a las tres y media de la madrugada,
encontró a Jaime Queralt, pariente suyo también detenido,
que al verlo se sobresaltó. Estuvieron diez minutos juntos, pero
luego los separaron y quedaron incomunicados.
Pero hasta las cinco de la tarde no fue el interrogatorio o
declaraciones ante el comité en pleno en las citadas
dependencias. Le pidieron cuenta de los papeles personales que
delataban su condición de religioso y aficiones literarias. Hizo
las declaraciones con tranquilidad, entre ellas que era sacerdote,
sabedor de las consecuencias que seguirían. Esa entereza,
según confesión de dos milicianos, le valió la
pena de muerte. A continuación prestó declaración
su pariente. Después del interrogatorio se encontraron de nuevo
y cambiaron impresiones. La del P. Planas fue amarga, convencido de que
su destino era la muerte, al que dijo:
«No me importa morir, sólo que me hubiera gustado hacer en
mi vida el bien que había soñado».
Después de una hora el Padre se echó al suelo rendido por
la fatiga del día. Hacia las las nueve y media de la noche un
miliciano llamó al Padre y desde entonces se perdió su
rastro. Se decía que había sido asesinado en las
cercanías de Sabadell por ser sacerdote. No se tienen noticias
del lugar de su sepultura.
Su pariente fue puesto en libertad al día siguiente.