BEATO TOMÀS CORDERO Y CORDERO
1936 d.C.
28 de julio



   Nació el 8 de junio de 1910 en Robledino de la Valduerna, provincia de León, diócesis de Astorga. Pueblo situado en la ribera del río Duerna, a tres escasos kilómetros del Santuario de la Virgen de Castrotierra. Fueron sus padres Vicente y Tomasa, labradores de vida sencilla: Familia donde siempre se rezaba el rosario, como en la mayor parte de las familias.

            Bautizaron a Tomás el mismo día de su nacimiento. Fueron seis hermanos; Tomás, María, Gaspar, Gumersindo y Lucía. Y con cariño de Hermanos: Ángel, Esteban y José (fallecido siendo niño) él el mayor. “En la escuela es el primero; en la Iglesia el más ejemplar”.

            Era generoso: compartía con los compañeros todo lo suyo. Su padre deja escrito: “Dios sembró en él todas las delicias de un niño y la pureza de un ángel; me pidió que le dejase ser misionero, y en aquellos momentos, los más penosos para mí por haber perdido a mi esposa, me opuse a sus deseos ya que Tomás era el único sostén de la familia, pero me dio tales razones que yo mismo lo acompañé al seminario que los Misioneros Claretianos tenían en Plasencia, el día 10 de octubre de 1924”.

            Dos años estuvo allí, pasando luego a Don Benito y de allí al Noviciado de Jerez de los Caballeros, donde hizo su primera profesión como religioso el 15 de agosto de 1929. Allí mismo en Jerez, comenzó los cursos de filosofía. Posteriormente pasó a Zafra para proseguir con los estudios de teología.

            Con motivo de la venida de la República, en mayo de 1931, los desmanes de las turbas, la quema de Iglesias y las amenazas de muerte a  sacerdotes y religiosos, tuvo que pasar un par de meses en su pueblo con la familia.

            Fiel a su vocación respondió a la llamada de los superiores. Faltaban unos días para la fiesta de Santiago, patrón del pueblo. Podía esperar un poco. Contestó que su fiesta era regresar al seminario con los Misioneros. Y cuando quisieron convencerle: “mira que te van a matar”, su respuesta fue tajante: “si tengo que morir. Moriré por Dios”. Y regresó a Plasencia.

            El informe de su director es este: “El Sr. Tomás Cordero es un sujeto muy recomendable, piadoso, sencillo, obediente, aplicado, dado de veras a la virtud”.

            Recibió la Órdenes Menores en el Teologado de Zafra en diciembre de 1932. Como testimonio de su amor al Corazón de María sirva su propio testimonio: “Esclavitud de amor. El esclavo se inclina ante la Reina, pero el hijo se reclina sobre el pecho de la Madre para disfrutar allí de las ternuras de su Corazón”.

            A primeros de mayo de 1936, huyendo de Zafra, donde las turbas habían asaltado y saqueado el seminario, llega con sus compañeros a Ciudad Real. Termina allí el cuarto curso de teología. Está a un paso del sacerdocio. Se adelantaron los milicianos el 24 de julio de 1936. Después de cuatro días de estar preso en el propio seminario, y de sufrir toda clase de humillaciones y malos tratos,  junto con sus trece compañeros, en la estación del ferrocarril en Fernán Caballero, sobre las cinco de la tarde del 28 del 28 de julio de 1936, alcanzó la gloria del martirio.

            Tenía 26 años. Era el mayor en edad y en profesión de los catorce compañeros Mártires.

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(Parroquia San Martìn de Porres)