SAN VICTORINO
8 de junio
538 d.C.
La vida de san Victorino está estrechamente ligada a la de su
hermano san Severino de Septempeda. Como él, para ser perfecto,
siguió la invitación de Cristo y vendió sus bienes
y los distribuyó entre los pobres. Para darse completamente a
Dios y aislarse del mundo, y según su hagiografía, junto
con su hermano, se refugiaron en el monte Nero donde hicieron vida
eremítica. Algunos años después Victorino
dejó a su hermano y se refugió en las grutas de San
Eustaquio, donde surgirán un eremo benedictino, en los montes de
Pioraco.
Según cuenta la historia, victima de fuertes tentaciones, se
impuso una dura y dolorosa penitencia: se hizo colgar de un
árbol con las manos atadas entre dos ramas hasta que su hermano
no fue a liberarlo. Cuando murió, los habitantes de Pioraco,
recogieron con veneración sus restos y le dedicaron una iglesia
y lo eligieron patrón de a ciudad.