SIXTO IV
1471-1484 d.C.
Era genera
de la orden de los franciscanos cuando fue elegido. Francisco della
Rovere había nacido en Savona y fue tío de Julio II della
Rovere. Había enseñado en las Universidades de Bolonia,
Siena, Perusa y Florencia, y gozaba de cierto renombre como
teólogo, pero su elección no fue feliz. El nepotismo
llegó al apogeo bajo su pontificado y la Iglesia se
transformó en una institución mundana, controlada y
dirigida por Cardenales de la familia Rovere, cuyo mayor empeño
era conquistarse ciudades y estados y despilfarrar el dinero de las
arcas vaticanas.
Pedro Riario, el sobrino preferido del Papa, nombrado
Cardenal, falleció a los veintiocho años, gastado por los
vicios e insensatos excesos. Su germano Girolamo fue todavía
peor. Casado con Catalina Sforza, duquesa de Milán, urdió
una conjura en contra de los Médicis en Florencia. Miembros de
la familia de los Pazzi atacaron a los Médicis en la Catedral,
curante la Misa (1478). Giuliano de Médicis fue asesinado y
Lorenzo logró salvarse, vengándose de manera terrible
contra los Pazzi. Un conflicto estalló entre el Papa y los
Médicis, y Florencia fue excomulgada. Para sostener los grandes
gastos de sus sobrinos, Sixto IV aumentó las tasas de las
indulgencias, de los impuestos y de las prebendas. Otorgó
grandes privilegios a su Órden.
Los abusos en el Vaticano continuaban sin cesar y el
dinero de la Cristiandad, en un momento en que los turcos tomaban
Otranto, desaparecía en las manos de la familia. "Los verdaderos
turcos, solían decir los contemporáneos, son los sobrinos
del Papa".
Obligados por la influencia de los moros y judíos a
tomar severas medidas en España para conservar la pureza de la
fe cristiana, los Reyes Católicos firmaron un concordato con la
Iglesia romana. Torquemada fue nombrado gran inquisidor. Con todas las
críticas de la época romántica ha dirigido a
Torquemada y a la Inquisición, puede afirmarse que España
se ha salvado merced a las medidas adoptadas entonces y que su grandeza
nace en el momento en que los Reyes Católicos firman el
concordato. Poco después y para mucho tiempo España iba a
dominar a Europa, en política y en cultura. Lo que se llaman
"los horrores de la Inquisición" merecieron muchas veces la fama
de que gozaron, pero no es menos verdad que España necesitaba
una purificación después de los siglos de la
opresión musulmana.
Fue en cambio asombrosa la obra de Sixto IV como mecenas y
constructor. Llamó a Roma a su maestro, el griego Argyropulos,
al alemán Reuchlin, al astrónomo, también
alemán, Regiomontanus, y a muchos artistas y sabios. Hizo
construir la Capilla Sixtina, que consagró el 15 de agosto de
1483, a la que cubrieron de maravillosos frescos los mejores pintores
del tiempo, como Signorelli, Perugino, Botticelli, Rosselli,
Pinturicchio y Ghirlandaio. Melozzo da Forli trabajó en la misma
época en el Vaticano, pero de sus frescos no quedaron más
que las cabezas de ángeles, consideradas como los mejores
retratos de niños. Hizo construir el Puente Sixto sobre el
Tíber y reorganizó la biblioteca vaticana.
Canonizó a San Buenaventura. Roma, durante su pontificado,
rivalizaba con la Florencia de los Médicis. Pero la Iglesia
habia llegado al fondo de la humillación. Nunca el nepotismo, la
simonía y la pequeña política materialista e
ineficaz habían dominado al Vaticano como durante el pontificado
de Sixto IV. Alejandro VI no hará más que heredar un
estado de hecho. Pollaiuolo esculpió la tumba de Sixto IV, una
obra maestra del Renacimiento.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)