BEATO SIMÓN
BALLACCHI
3 de noviembre
1319 d.C.
Descendiente de la
familia Ballacchi de la Romagna, condes de San'Arcangelo; fue destinado
por su padre a la carrera militar. A los 26 años, el joven y
brillante caballero, iluminado por la gracia divina, dijo adios a las
armas y entró en los dominicos de Arimino en Rímini, y se
hizo fraile lego, para practicar la humildad, la oración y el
servicio a los demás.
Comprendió
rápidamente que el trabajo era la principal obligación de
su estado, y se aplicó con gran dedicación. Los oficios
más humildes y fatigosos eran suyos, especialmente el cuidado
del huerto, al cual dedicaba la mayor parte de su tiempo. A pesar de la
fatiga, se levantaba todas las noches para los Maitines, pasando largas
horas en oración y ayunos, tantos que su superior tuvo que
intervenir para moderarle el rigor. Con el mismo fervor, según
cuentan las antiguas crónicas, se flageló por la
conversión de heréticos y pecadores.
A la oración y a la penitencia,
añadió un apostolado activísimo: se dedicó
a la educación, enseñando catecismo a niños y
jóvenes, exhortando a los pecadores a convertirse en mil modos
para destruir el reino del mal. Oró tanto, y lloró tanto
que a los 50 años se había quedado ciego. Su caridad fue
en aumento y se distinguió por su extraordinaria austeridad. Los
últimos años de su vida los pasó enfermo en su
lecho, en Rímini, a menudo rodeado de luz. Sus restos fueron
trasladados, en 1817, a la colegiata de Sant’Arcangelo donde
reposan. Su culto fue confirmado en 1821 por Pío VII.