SAN ZENOBIO DE
FLORENCIA
25 de mayo
424 d.C.
Nació
en el seno de una noble familia pagana (los Girolami), pronto
sintió la influencia del santo obispo Teodoro, del cual
recibió el bautismo. Consiguió, no sin antes vencer
obstinada resistencia, atraer a su padre y a su madre a la fe
cristiana. Se convirtió en clérigo y ascendió
rápidamente a la dignidad de archidiácono, en la cual su
virtud y notables facultades como predicador llamaron la
atención de san Ambrosio de Milán. A instancias de
éste el papa san Dámaso le llamó a Roma, donde le
empleó en importantes misiones, entre ellas una embajada a
Constantinopla.
A la muerte de san Dámaso regresó a su
ciudad natal, donde retomó su labor apostólica, y a la
muerte del titular de la sede Zenobio fue llamado a sucederle, con gran
gozo de sus fieles. Las antiguas leyendas que narran su vida como
obispo -entre las que, no obstante, hay muchas interpolaciones de
épocas posteriores- son unánimes en la descripción
de la santidad de su vida y sus dones sobrenaturales. Durante su
pontificado, toda Florencia se hizo cristiana y guió santamente
su diócesis. Tuvo como diácono a san Eugenio de
Florencia. Maestro de san Crescencio.