SAN WALDEBERTO
2 de mayo
670 d.C.
Noble
franco que dejó el ejército para hacerse monje en la
abadía de Luxeuil durante el gobierno del abad san Eustacio. Sus
armas y el uniforme, que cambió por el hábito, estuvieron
muchos siglos colgados del techo de la iglesia abacial. Era tal el
fervor de Waldeberto, que sus superiores le concedieron sin dificultad
el permiso de llevar vida de solitario, a cinco kilómetros de la
abadía.
Hacia el 628, fue elegido abad, quien gobernó
sabiamente durante cuarenta años. Poco tiempo después
(c.630) introdujo la regla benedictina en el monasterio sustituyendo a
la del fundador de la abadía, san Columbano. Bajo su mandato
Luxeuil llegó al cúlmen de su influencia religiosa y
cultural en Europa occidental. Obtuvo, para Luxeuil, del papa Juan IV,
el privilegio de la exención de la autoridad episcopal, del que
ya gozaban las abadías de Lérins y Agaunum. San
Waldeberto regaló a la abadía toda su herencia, en tanto
que otros muchos bienhechores la enriquecieron bajo su gobierno. En
realidad, todos los dones eran insuficientes para mantener a los
numerosos candidatos que pedían la admisión en Luxeuil,
de donde partían constantemente grupos nutridos de monjes a
fundar otros monasterios en diferentes regiones de Francia. San
Waldeberto gobernó también varios conventos de religiosas
y ayudó a santa Salaberga, a fundar el gran monasterio de
Laón. Murió lleno de méritos y con fama de
santidad.
El pueblo conservó, como reliquias
extraordinariamente milagrosas, todos los objetos que san Waldeberto
había tocado, en particular la taza de madera en que
bebía. En el siglo X, un monje de Luxeuil, llamado Anso,
escribió todo un libro sobre los milagros del santo.