SAN VITORES
960 d.C.
26 de agosto
Según su pasión compuesta en el siglo XV era un sacerdote
español martirizado por los moros en el siglo IX o X, en Baeza y
en otros lugares de Castilla, por ayudar a los cristianos perseguidos.
Con él fueron decapitados Alejandro y Mariano.
El “Breviario Burgense” del año 1538 dice
así: Nació Vitores en Cerezo, de la Diócesis de
Burgos: y después de instruirse en las sagradas letras, y haber
servido algún tiempo en el ministerio Sacerdotal, se
retiró a la soledad de Oña, huyendo de las vanidades del
mundo. Vivió allí siete años en una cueva,
empleado en alabanzas divinas, y en todos aquellos años tuvieron
los Moros puesto sitio a Cerezo, ciudad entonces grande. Pero
apareciendo un Ángel a San Vitores, le dijo fuese a librar a su
patria, que estaba ya para rendirse, y que él la
libraría, y lograría la palma de martirio.
Vino el Santo a Cerezo, donde con dificultad fue conocido.
Salió al campo de los enemigos y no sólo recobró
para la fe a algunos cristianos que habían apostatado, sino que
manifestando los errores de Mahoma, convirtió a muchos moros. El
jefe Gaza (a quien intitulan Rey) mandó prender al Santo: y
puesto en su presencia, le hizo Dios el beneficio de librarle de la
enfermedad de gota (no de lepra, como algunos escriben) pero
empeñándose en que abrazara la secta de Mahoma,
empezó el Santo a enardecerse contra ella, y por tanto le hizo
encarcelar. Allí mismo convirtió con su
predicación muchas almas: lo que oído por el Rey,
mandó le degollasen. El Santo pidió que primero le
crucificasen, como lo hicieron. Tres días vivió en la
Cruz, convirtiendo a muchos, y haciendo particulares milagros. Un
infeliz burlándose del crucificado, le escupió: y
anunciándole el Santo que moriría antes de volver a la
Ciudad, se cumplió así.
Depusiéronle de la Cruz, y le degollaron: pero
cogiendo el Santo su cabeza entre las manos, se fue a la Ciudad de
Cerezo, y persuadió a los habitadores que diesen a una vaca el
poco trigo que les había quedado, hasta hartarla, y que la
echasen fuera al campo de los enemigos: los cuales la alancearon, y
viendo que estaba llena de trigo, desconfiaron de rendirlos por hambre,
y levantaron el sitio.
Esto es lo que imprimieron los “Padres Antuerpienses”:
pero el “Breviario” prosigue diciendo que el mismo Santo
señaló el sitio donde le habían de sepultar, y que
dando su alma a Dios, subió a los cielos.
Documentos más antiguos demuestran que fue un mártir
africano en Cesarea en Mauritania durante una de las primeras
persecuciones.