SAN UBALDO DE GUBBIO
16 de mayo
1160 d.C.
Nació en Gubbio, en el seno de una familia de la nobleza. Ya
estudiante entregó a Dios su juventud en el voto de castidad. Se
hizo sacerdote en los Canónigos Regulares de Letrán.
Ingresó en el cabildo de San Mariano y, después, en el de
San Segundo en Fano. Como san Pedro Damián, quiso renovar la
iglesia, y para ello pasó mucho tiempo en el monasterio de
Fonteavellana. Para evitarse la elección de obispo de Perugia,
huyó a Gubbio, y en 1104, nos lo encontramos trabajando con el
obispo de Gubbio, el beato Juan de Lodi, en la reforma; renovó
el cabildo de la catedral y el de San Mariano y fue elegido prior de la
catedral.
Ante la posibilidad de ser obispo, le imploró al
papa Honorio II para que no le nombrara obispo, pero dos años
después fue nombrado obispo de Gubbio. Defendió su
diócesis en tiempo de guerra frente al invasor, -como cuando
quiso ocuparla el emperador Federico Barbarroja, que ante su presencia
se vio obligado a retirarse-.
Tenía un temperamento muy rudo, pero cuando se
producían peleas separaba él mismo a los contendientes.
Se caracterizó por su humildad, mansedumbre, y la misericordia,
virtudes que hicieron que sus conciudadanos tuvieran hacia él
una gran veneración. Las humillaciones le vinieron de parientes
interesados, eclesiásticos y de ciudadanos facciosos, que
organizaron contra el obispo hasta una huelga litúrgica. En esta
ocasión Ubaldo permaneció callado y no hizo nada contra
sus detractores. A su muerte en Gubbio su fama de santidad se
extendió muy pronto por sus dones taumatúrgicos,
expecialmente el de exorcista, y su tumba se convirtió en lugar
de culto. Fue canonizado el 4 de marzo de 1192, por el Papa
Celestino III. Su memoria universal fue suprimida en
1969. Patrón de Gubbio.