San
Atanasio
de Alejandría que huyó del tumulto, nos ha dejado una
descripción en su segunda “Apología”:
«[...]como premio y precio de su inicuo éxito, les
(Gregorio, obispo arriano de Alejandría) entregó la
iglesia para que fuera saqueada por ellos. Con esta licencia para la
iniquidad y el desorden, sus hazañas fueron peores que las que
ocurren en tiempo de guerra, y más crueles que las de los
ladrones.
...y los
impíos arrianos, lejos de los sentimientos de vergüenza que
deben inspirar estas acciones, añadieron más atrocidades
y crueldad. Presbíteros y laicos vieron desgarradas sus carnes,
vírgenes arrancados sus velos, y fue enviado lejos el tribunal
del gobernador y convertido luego en prisión; otros vieron sus
bienes confiscados, otros fueron asesinados, y el pan de los ministros
y las vírgenes fue arrebatado.»
La carta
continúa describiendo los desmanes de este "obispo" Gregorio, a
quien Atanasio compara acertadamente con Caifás. No sabemos los
nombres de las víctimas, ni su número. Por la
descripción de la carta el martirio no se limitó a un
día, sino que se extendió en forma de abierta
persecusión durante, nos dice, todo el tiempo de pascua.
Celebramos sin embargo hoy, en una misma fecha, a ese numeroso grupo de
fieles que supieron resistir y entregar la vida por defender la
divinidad de Cristo.