SANTOS SIMEÓN Y
ANA
3 de febrero
Siglo I d.C.
De Simeón dice el Evangelio de Lucas 2, 22-35 en la
presentación de Jesús en el templo: "Había en
Jerusalén, un hombre de nombre Simeón, persona justa y
piadosa, que esperaba la consolación de Israel. Y sobre
él estaba el Espíritu Santo, el cual le había
revelado que no moriría sin haber visto el Cristo el
Señor. Fue al templo, guiado del Espíritu Santo, cuando
sus padres llevaron al niño, para cumplir la ley, y él lo
cogió entre los brazos, y bendijo a Dios, exclamando: “Ahora
deja, oh Señor, que tu siervo se vaya en paz, según tu
palabra; porque mis ojos ha visto tu salvación, preparada por Ti
para todos los pueblos; luz para iluminar las gentes y gloria de tu
pueblo Israel”. Esta oración de alabanza es conocida como el "Nunc
dimittis" y que la
Iglesia ha incorporado a la liturgia del anochecer.
“El padre y la madre
se quedaron maravillados al oír estas cosas sobre el
niño. Simeón lo bendice y dijo a María, su madre:
este niño, está destinado a ser causa de ruina y de
resurrección de muchos en Israel, y será signo de
contradicción. A ti, una espada atravesará el
corazón y así serán revelados los pensamientos de
muchos corazones".
Simeón es la
figura del justo del Antiguo Testamento que se abre a la acogida del
Nuevo, la espera y el cumplimiento están uno frente al otro. El
anciano Simeón ya puede morir tranquilo. Ha encontrado a
Jesús, y la muerte ya no es como antes: es una muerte a la luz
del cumplimiento. Sus reliquias se encuentran en Zara donde son
veneradas.
Ana vivió
en tiempos de Cristo, lo reconoció cuando fue presentado al
templo de Jerusalén a los 40 días de su nacimiento (Lc 2,
36-39): “Había también una profetisa, Ana, hija de
Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada, después de
casarse había vivido siete años con su marido, y
permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se
apartaba del Templo, dando culto a Dios noche y día en ayunos y
oraciones.
Como se
presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del
niño a todos los que esperaban la redención de
Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas
según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad
de Nazaret”; es todo lo que se sabe de ella. El
profesor J. R. Flecha Andrés, dice que Ana representa la
Profecía y Simeón la Ley.