SANTOS SIMEÓN
"EL LOCO" Y JUAN
21 de julio
590 d.C.
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Simeón nació en Emesa de Siria. Era muy joven cuando
abandonó a su madre y en compañía de un amigo
llamado Juan de Edessa, visitó los Santos Lugares. En su viaje
encontraron muchos ermitaños y decidieron imitar su vida sin
tardanza. Estuvieron primero en un monasterio cerca de Jericó.
Después atravesaron el Jordán, en busca de mayor soledad,
y se establecieron al oriente del mar Muerto. Cada uno construyó
una laura, distinta una de otra, para no importunarse en sus oraciones.
Después de 30
años de vida anacoreta, Simeón se sintió impelido
a dejar aquellos parajes y volver al mundo para trabajar directamente
en la salvación de las almas. Se separó de su amigo y
regresó a su ciudad natal. Al pasar por Jerusalén
meditó largamente ante el Santo Sepulcro sobre su orgullo y amor
propio. Se presentó un día, pobremente vestido, para
humillarse ante su antiguo compañero, el obispo Alejandro. "Veo
tu soberbia asomarse por los agujeros de tu manto", le dijo Alejandro.
Para cortar de raíz este peligro se rodeó de payasos,
prostitutas, mendigos, desechos de la sociedad, y siempre
riéndose de todo y de todos, predicando un cielo donde destacaba
la comicidad del ser humano. Sus bromas, chistes desconcertantes y
tremendos, hicieron que todos le llamen "salo" -loco- Todo lo
transformaba en caricatura, y les hacía ver que los conceptos de
Dios eran mucho más altos y elevados que lo que el propio hombre
veía.
El Martirologio
Romano dice de él: "Se hizo necio por
Cristo, pero Dios reveló con milagros su alta sabiduría".
San Juan Climaco decía que el orgullo del espíritu es la
bestia más feroz de los desiertos. Por eso Simeón
trató de encubrir su virtud bajo el velo de la locura.
Vocaciones como la de Simeón no son tan extrañas en
Oriente. En Rusia, por ejemplo, se conoce la vocación de
"yurodivini", o loco por Cristo, por la cual un cristiano se consagra
al evangelio sin omitir las paradojas y contradicciones que semejante
compromiso encierra.