SANTOS PROCLO E HILARION
12 de julio
115 d.C.



   Se dice que eran naturales de Serpa en el Alentejo portugués. Ambos, tío y sobrino fueron testigos de la fe, cuando Trajano era emperador en Roma y Marco Aurelio gobernaba la Bética. Ante el prefecto Máximo y hacia el año 100, fueron castigados con tormentos horribles: colgados de un madero son decapitados, asaeteados e incendiados. De este modo cruento entregaron su espíritu a Dios.

   Su rezo en el obispado de Badajoz comenzó juntamente con el de San Julián. Aunque en este obispado se carece de reliquias, sus memorias estuvieron vivas al ser territorio reconquistado por el rey Alfonso X en tiempos posteriores. Este es un caso típico de “desdoblamiento” biográfico de los santos, en virtud de las reliquias conservadas en un lugar. Su relación con la península ibérica es meramente circunstancial y el actual Martirologio Romano, reseña que su martirio tuvo lugar en Galacia.

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(Parroquia San Martín de Porres)