SANTOS PROCESO Y
MARTINIANO
2 de julio
69 d.C.
Según una tradición eran dos soldados que custodiaban a
santos Pedro y Pablo cuando estuvieron presos en la cárcel
Mamertina; los milagros que presenciaron les movieron a la
conversión. Así se lo declararon a los apóstoles,
manifestándoles su deseo, y suplicándoles que los
bautizasen. San Pedro los acogió gozosamente y confirmó
sus propósitos. Según la tradición, como no
hubiese allí agua para bautizarlos, hizo la señal de la
cruz en la roca que servía de cimiento de la cárcel y al
momento brotó una fuente que perdura hasta hoy. Con ellos se
convirtieron otros 47 presos y soldados, atraídos por su ejemplo
y decisión.
El juez Paulino, al ver que se habían hecho
cristianos, los hizo detener. Con muchas promesas y halagos intento
persuadirles que no cometieran aquella locura, pero no consiguió
nada; al ver que no podía con ellos, mandó torturarles
cruelmente. Los santos respondían con cánticos. Mientras
los mártires resistían impávidos, su verdugo
Paulino murió. Enfurecido su hijo Pomponio, y achacándolo
a hechizos y magia de los mártires, dio parte a Nerón, y
el emperador encargó a Cesáreo, prefecto de la ciudad,
que los ejecutase. Fueron decapitados en la vía Aurelia.
Su tumba fue muy venerada y el papa Gregorio Magno dijo en
una homilía en su honor: "A los cuerpos de estos Santos vienen
los enfermos, y vuelven sanos. Vienen los que han jurado en falso, y
son afligidos del demonio. Vienen los endemoniados, y quedan libres.
¿Cómo pensamos que viven estos Santos allá donde
de veras viven, pues aquí hacen tantos milagros?". Desde
1969 su culto universal se ha limitado a los calendarios locales.