SANTOS JUSTO Y PASTOR
6 de agosto
306 d.C.
Eran
dos niños, hermanos en Alcalá de Henares; Justo
tenía 7 años y Pastor tenía 9 años. Iban a
la escuela cuando se enteraron del edicto de persecución contra
los cristianos en la época del emperador Diocleciano. Se
presentaron espontáneamente ante el prefecto Daciano, a su paso
por Alcalá de Henares. Y se profesaron cristianos.
No fue suficiente la terrible paliza de castigo que les infligieron en
secreto los verdugos de Daciano. Los dos hermanos se animaron a
mantenerse firmes hasta la muerte. Justo le decía a su hermano:
“Hermano, no tengas miedo de la muerte del cuerpo y de los tormentos.
Ante el golpe de la espada, mantén la serenidad. El mismo Dios
que se ha dignado a elegirnos para tan grande gracia nos dará
las fuerzas necesarias para soportar los sufrimientos que nos esperan”.
A lo que contestó Pastor: “Bien dicho, hermano mío. Te
acompañaré con mucho gusto en el martirio, y contigo
obtendré la victoria en este combate”. Para abreviar las
repercusiones, que pudiera tener semejante crueldad entre la
población, los llevaron a un lugar solitario, donde los
decapitaron sobre una gran piedra. Patrones de Alcalá de
Henares.