SANTOS FILEAS Y
FILOROMO
4 de febrero
307 d.C.
Fileas
nació de Thmuis (Egipto), ocupó altos cargos,
desempeñó funciones públicas, ejerció la
magistratura civil; recibió una buena formación, tanto en
el campo literario como filosófico. Probablemente se
convirtió al cristianismo en la edad madura, conducido a la fe
por el estudio de la filosofía. Sus amigos, su mujer y aun sus
hijos permanecieron paganos. Dicen de él que era "famoso por los
cargos públicos desempeñados en su patria y los servicios
prestados, no menos que por sus conocimientos sobre filosofía".
Fue elegido obispo de Thmuis, su ciudad natal, por sus méritos,
su alta posición y por sus virtudes.
En esta misma
época, Filoromo ocupaba un alto puesto en la
administración imperial de Alejandría. Por razón
de su dignidad y de su rango en la jerarquía romana, diariamente
impartía la justicia, rodeado por una guardia de soldados.
También él se convirtió al cristianismo y desde
entonces, ejercía su cargo después de haber cumplido con
sus prácticas religiosas.
Mártir en
Alejandría, junto con Filoromo y un cierto número de
cristianos de Thmuis, al inicio de la persecución de
Diocleciano; murieron decapitdos. Tanto Fileas como Filoromo fueron
hechos prisioneros al mismo tiempo y, sin duda estuvieron en la
mazmorra los últimos meses del año 306, hasta febrero del
siguiente año, cuando se instruyó su proceso. En este
lapso, Fileas dirigió una carta a los fieles de Thmuis
pintándoles el cuadro de los sufrimientos de los cristianos. El
historiador Eusebio, que narra estos hechos, concluye diciendo:
«Tales son las palabras que el mártir, verdadero
filósofo y amigo de Dios dirige a los hermanos de su Iglesia,
antes de la suprema sentencia. Al mismo tiempo que ofrecía sus
sufrimientos a Dios, exhortaba a sus ovejas a permanecer
inviolablemente unidas en la religión de Cristo, aun
después de su muerte, que era inminente».
Se negaron a renegar de la fe a pesar de las lágrimas de sus
esposas y familiares, y de que ejerciera su hermano como su abogado. Se
conserva de él una “Epístola ad Trimuitas” donde narra los
sufrimientos de sus compañeros a su grey; y otra contra Melecio.
Desde el lugar del suplicio dirigió una emocionante
exhortación a los cristianos, antes de entregar su cuello a la
espada. Sus Actas son bastante completas. Su
martirio también se une al de San Fausto y compañeros.