BEATO SANTOS DE URBINO
BRANCOISINI
14 de agosto
1390 d.C.
Santos
Brancorsini, hijo de Juan Domingo y Eleonora Ruggeri, nació en
Montefabbri, cerca de Urbino, y fue bautizado con el nombre de Juan
Santos. Estudió Gramática y Derecho en la universidad de
Urbino, pero no se doctoró porque se dedicó a la carrera
militar. A los 20 años asaltado por un pariente y forzado a
defender su propia vida, blandió la espada y lo hirió
mortalmente. Angustiado por esta involuntaria muerte, Santos
renunció a la vida militar, y en 1362 entró en la Orden
de los Hermanos Menores en el estado de religioso laico, en el convento
de Scotaneto cerca de Montebarocchio. La penitencia y la humildad
fueron sus virtudes particulares. Sus devociones, la Eucaristía,
con la participación en la Misa, y el amor a María.
Además de los oficios propios de su estado, por su cultura y sus
virtudes que lo distinguían, tuvo el oficio de maestro de
novicios hermanos laicos. Movido por el espíritu de
expiación pidió a Dios sufrir los dolores que
había causado a su pariente en el mismo punto en que lo
había herido. Fue escuchado. En una llaga ulcerosa que se le
formó en la pierna derecha, de la cual nunca más se
curó. Los biógrafos le atribuyen muchos dones
extraordinarios y milagros.
Una vez, encargado de cortar leña en el
bosque vecino, el asno quedó por la noche en campo abierto y fue
víctima de un feroz lobo que lo destrozó. Por la
mañana el beato Santos, que se dio cuenta de lo sucedido en la
noche, llamó a sí a la bestia feroz, le echó al
cuello su cordón y le ordenó de parte de Dios, reparar el
mal cometido sometiéndose a llevar la leña del bosque al
convento. El lobo se hizo dócil y obediente, y por muchos
años continuó prestando su servicio a los religiosos, que
se declaraban felices y honrados por un tal servicio.
Un día Francisco Malatesta, duque de Urbino se
encontró con el Beato Santos y le pidió que obtuviera del
Señor que sus tierras fueran libradas de una verdadera
invasión de langostas, ratones y otros animales nocivos que
devastaban los campos. El devoto hermano se arrodilló,
levantó los brazos al cielo y oró. Y he aquí que
estos insectos y animales nocivos en breve tiempo fueron a arrojarse en
el mar vecino. Además de los oficios ordinarios, debido a su
cultura fue nombrado maestro de los novicios laicos. La santidad del
beato Santos atrajo al convento de Scotoneto verdaderas turbas de
pueblo, ansioso de ver al hombre de Dios, de oír su inspirada
palabra, para pedirle gracias y favores. Para todos tenía una
palabra de aliento y de consuelo. Dios lo glorificó con
éxtasis y arrobamientos espirituales. Fervoroso devoto de
María, durante toda su vida difundió su culto.
Pidió a la Virgen Santa que lo llamara a Dios el día de
su gloriosa Asunción al cielo. De hecho la noche del 14 al 15 de
agosto, después de haber recibido la última
bendición de su superior, a los 49 años de edad su alma
voló gozosa a la gloria del cielo.