SANTOS ALFIO,
FILADELFIO Y CIRINO
10 de mayo
251 d.C.
Los tres
hermanos nacieron
en Vaste, provincia de Lecce, el padre Vital pertenecía a una
familia patricia y la madre, Benedicta, fue mártir. El prefecto
Nigelión, cuando llegó a Vaste para indagar sobre la
presencia de cristianos, realizó los primeros interrogatorios y,
vista la constancia y la firmeza de los tres hermanos, decidió
enviarlos a Roma, junto a Onésimo, su maestro, Erasmo, su primo
y otros catorce más.
Después de los primeros suplicios fueron enviados a
Puzzuoli, por el prefecto Diómedes, que mandó ejecutar a
Erasmo, Onésimo y los otros catorce y envió a los tres
hermanos a Sicilia al prefecto Tértulo, que estaba en Taormina;
aquí fueron interrogados y atormentados y después
enviados a Lentini, lugar de residencia del prefecto, con la orden que
durante el camino llevaran un grueso madero en la espalda. Los tres
jóvenes fueron liberados de este madero por una fuerte tempestad
de viento; al llegar a Catania fueron encarcelados, y según una
antigua tradición pasaron por Trecastagni, porque la vía
normal a lo largo de la costa era impracticable a causa de una
erupción del Etna.
En el camino hacia de Catania a Lentini obraron varios
milagros y conversiones: se convirtieron los 20 soldados de escolta y
su jefe Mercurio, que Tértulo hizo ejecutar. En Lentini
liberaron a un niño judío poseído y enfermo y
convirtieron a muchos de esta nación que fueron luego lapidados.
Presentados Tértulo intentó ganárselos con
lisonjas y luego con torturas y por fin fueron martirizados de modos
distintos. Todo esto ocurrió durante la persecución de
Valeriano. Las hermanas Tecla y Justina les dieron sepultura en una
gruta. Muy venerados en Sicilia (principalmente en Lentili de donde son
patronos) y también entre los griegos.