BEATO SANTIAGO GAZHIR
HADDAD
26 de junio
1954 d.C.
Nació en Ghazir (Líbano) en el seno de una familia de
rito maronita y se llamaba Khalil. En Beirut estudió
árabe, francés y sirio. En 1892 se fue a
Alejandría (Egipto) donde enseño árabe en el
Colegio de los Hermanos Cristianos, y allí sintió la
llamada al sacerdocio. Ingresó en el convento de los capuchinos
de Khashbau y durante el noviciado tomó el nombre de Jacques
(Santiago) en recuerdo del hermano franciscano Santiago de la Marca.
Todos los hermanos lo admiraban por su abnegación, su piedad, su
caridad, su obediencia, y por el sentido del humor, que no dejaba nunca
de usar como instrumento de paz. En 1901, fue ordenado sacerdote en
Beirut (Líbano).
Sus superiores le confiaron la economía general de
los cinco conventos de Beirut y de la Montaña, encargo que lo
obligó a tratar cuestiones administrativas, recorriendo muchos
caminos. Decenas de veces, como él mismo cuenta en sus
"Memorias", fue agredido, golpeado y amenazado de muerte, aunque
milagrosamente la cruz de Jesús lo salvó siempre. En 1905
fue nombrado director de las escuelas que los hermanos capuchinos
tenían a su cargo en el Líbano, introduciendo en ellas
importantes renovaciones. Su modelo no era tener una gran escuela con
muchos alumnos, sino escuelas más pequeñas con clases de
pocos alumnos. Así en 1910 las escuelas eran 230 con 7.500
alumnos.
Predicó con gran ardor la palabra de Dios en el
Líbano, Siria, Palestina, Irak y Turquía. Fue llamado "el
apóstol del Líbano". Tuvo la alegría de ir a
Lourdes, a Asís y a Roma, donde se encontró con el papa
san Pío X. Consciente de la importancia de la prensa, en 1913
fundó la revista mensual "El Amigo de la Familia".
A causa del estallido de la Primera Guerra Mundial,
en 1914, los capuchinos franceses dejaron el Líbano y a Abuna
Santiago se le encomendó la Misión, a la que se
dedicó con valentía y competencia. La nueva tarea no le
impidió ocuparse de los Terciarios, de distribuir pan a los
hambrientos, de dar sepultura a los muertos abandonados por las calles.
La Providencia cuidaba de él. Muchas veces escapó del
arresto, de la prisión e incluso del verdugo.
Asistió a los más pobres y para ello
abrió: hospitales, asilos y colegios, como necesitaba
cooperadores, fundó las Hermanas Franciscanas de la Santa Cruz.
En los estatutos de la nueva congregación Abuna Santiago insiste
sobre todo en que no falten nunca las siguientes obra de misericordia:
asistencia hospitalaria para los sacerdotes enfermos y que por su
avanzada edad no puedan ejercitar el ministerio; cuidado de los
disminuidos, de los ciegos, de los inválidos, de los
discapacitados mentales, de los incurables abandonados;
educación y cuidado de los huérfanos. Y agrega: "Cuando
sea necesario, es posible dedicarse al apostolado en las escuelas en
aquellas localidades donde ya existe una casa de las hermanas y no
está presente otra congregación dedicada a la
educación".
Su caridad y entrega no tuvo límites, y sus
fundaciones fueron las más modernas del Próximo Oriente.
Su esfuerzo le llevó a padecer muchas enfermedades, entre ellas
la leucemia, y permaneció sufriendo hasta su muerte, la que
recibió en oración. El Nuncio Apostólico
sintetizaba su a vida con estas palabras: "Fue el hombre más
grande que el Líbano haya dado en nuestros días", y el
presidente Naccache, en nombre del presidente de la República,
Camille Chamoun, puso sobre su pecho la Medalla de oro del cedro de
primera clase, signo de reconocimiento por el bien realizado. El cuerpo
fue colocado en el sepulcro de la nueva Capilla del Calvario. Fue
beatificado en el Líbano el 22 de junio de 2008 por SS Benedicto
XVI.