BEATO SANTIAGO DE LA
VORAGINE
13 de julio
1298 d.C.
Nació en
Varaggio, hoy Varazze (Génova). En 1244 tomó los
hábitos de la Orden de los Predicadores, fundada por santo
Domingo de Guzmán. Tras pasar por las etapas habituales de
novicio y profeso, enseñó Escritura y Teología
desde 1252 en las casas de su Orden y obtuvo un cierto éxito
como predicador en los más altos púlpitos del norte de
Italia.
Fue elegido provincial
de Lombardía en 1267, conservando este cargo hasta 1286, en que
se convirtió en definidor de la provincia lombarda de los
dominicos. Fue representante de su provincia en los capítulos de
Lucca (1288) y de Ferrara (1290) y el papa Nicolás IV le
encargó pedir la destitución de Munio de Zamora, maestre
de la Orden de los Predicadores desde 1285, que sería, en
consecuencia, destituido por una bula pontifical fechada el 12 de abril
de 1291.
En 1286, a la muerte
del Arzobispo de Génova Carlos Bernard, es propuesto como su
sucesor, pero se niega a aceptar el cargo y queda en su lugar Obizzo
Fieschi, Patriarca de Antioquía, quien fue transferido a la Sede
de la arquidiócesis de Génova por Nicolás IV, en
1288.
En 1288, la ciudad de
Génova envió a Santiago de la de Vorágine ante el
papa para pedir la liberación de los genoveses de la
excomunión a que se les había condenado por apoyar a los
sicilianos contra el rey Carlos II de Nápoles y Sicilia.
A la muerte de Obizzo
Fieschi, es elegido arzobispo por segunda vez y acepta la dignidad. En
1292, Nicolás IV lo llamó a Roma para consagrarlo pero,
al llegar, se lo encontró gravemente enfermo y falleció
sin haberlo consagrado, por lo que fueron los cardenales del
cónclave sucesorio los que realizaron el acto.
No tuvo grandes méritos como pastor, aunque se desvivió
por los pobres. Hizo vida de asceta para que la gracia de Dios
pacificara a sus diócesis que estaba en continuas luchas entre
güelfos y gibelinos; y además involucrada en las disputas
entre Pisa y Venecia por la hegemonía comercial. Autor de la "Leyenda
Áurea", que es uno de los escritos hagiográficos que
más han ayudado a la difusión de la devoción a los
santos, aunque su valor histórico es muy dudoso. Poco antes de
su muerte, ordenó que el dinero destinado a sus funerales fuera
repartido entre los pobres. Murió en Génova.