BEATO SANTIAGO
ALBERIONE
26 de noviembre
1971 d.C.
Nacido
en San Lorenzo di Fossano (Cúneo, Italia) en el seno de una
familia campesina. A
los 16 años, Santiago es admitido en el seminario de Alba y
enseguida se encuentra con quien le será padre, guía,
amigo y consejero durante 46 años: el canónigo Francisco
Chiesa.
Al término del
Año Santo 1900, habiéndose sentido interpelado por la
encíclica de León XIII “Tametsi futura”, Santiago
vive la experiencia determinante de su vida. La noche del 31 de
diciembre de 1900, el joven seminarista reza cuatro horas seguidas ante
el Santísimo Sacramento y proyecta en la luz de Dios su futuro.
Una “luz especial” le vino de la Hostia, y desde aquel momento se
siente “profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el
Señor y por los hombres del nuevo siglo”: “obligado a servir a
la Iglesia” con los nuevos medios que el ingenio humano presentaba.
El itinerario del
joven Alberione prosigue intensamente durante los años del
estudio de la Filosofía y la Teología. El 29 de junio de
1907 es ordenado sacerdote. Sigue una breve pero decisiva experiencia
pastoral en Narzole (Cúneo), como vicepárroco.
Allí encuentra al jovencito el beato Timoteo Giaccardo. Y
también allí, el P. Alberione madura la
comprensión de lo que puede hacer la mujer implicada en el
apostolado.
En el seminario de
Alba desempeña el cargo de Padre espiritual de los seminaristas,
y da clases de varias asignaturas. Dedica asimismo mucho tiempo al
estudio sobre la situación de la sociedad civil y eclesial de su
tiempo y sobre las nuevas necesidades que se entrevén.
Comprende que el
Señor le guía a una misión nueva: predicar el
Evangelio a todos los pueblos, en el espíritu del apóstol
Pablo, utilizando los medios modernos de comunicación.
Atestiguan tal orientación dos libros suyos: “Apuntes de
teología pastoral” (1912)
y “La mujer asociada al celo sacerdotal” (1911-1915).
Dicha misión,
para tener carisma y continuidad, debe ser asumida por personas
consagradas, pues “las obras de Dios se hacen con los hombres de Dios”.
Y así, el 20 de agosto de 1914, mientras en Roma muere el papa
san Pío X, en Alba el P. Alberione da inicio a la “Familia
Paulina” con la fundación de la Pía Sociedad de San
Pablo. El comienzo es pobrísimo, de acuerdo con la
pedagogía divina: “empezar siempre desde un pesebre”.
La familia humana -en
la que el P. Alberione se inspira- está compuesta de hermanos y
hermanas. La primera mujer que sigue al P. Alberione es una muchacha
veinteañera de Castagnito (Cúneo): Teresa Merlo. Con su
aporte, Alberione da comienzo a la congregación de las Hijas de
San Pablo (1915).
En diciembre de 1918
se produce una primera partida de “hijas” hacia Susa (Turín).
Este camino parece interrumpirse en 1923, cuando el P. Alberione
enferma gravemente y el diagnóstico de los médicos no
deja esperanzas. Pero el Fundador reemprende milagrosamente el camino:
“San Pablo me curó”, comentará después. Por
entonces aparece en las capillas paulinas la frase que, en sueño
o en revelación, el divino Maestro dirige al Fundador: “No
temáis - Yo estoy con vosotros - Desde aquí quiero
iluminar - Caminad en continua conversión”.
Al año
siguiente viene a la vida la segunda congregación femenina: las
Pías Discípulas del Divino Maestro, para el apostolado
eucarístico, sacerdotal, litúrgico. A guiarlas en la
nueva vocación, el P. Alberione llama a la joven Hna. Ma.
Escolástica Rivata, que morirá a los noventa años
en olor de santidad.
En el campo
apostólico, el P. Alberione promueve la impresión de
ediciones populares de los “Libros Sagrados”, y con las
publicaciones periódicas se lanza a las formas más
rápidas para hacer llegar el mensaje de Cristo a los lejanos. En
1912 ya había aparecido la revista “Vida Pastoral” destinada a los
párrocos; “El Domingo”, hojita semanal para la
animación de la liturgia dominical, sale en 1921; en 1931 nace “Familia
Cristiana”, revista semanal con la finalidad de alimentar la vida
cristiana de las familias. Seguirán: “La Madre de Dios” (1933), “para desvelar a
las almas las bellezas y las grandezas de María”; “Pastor
bonus” (1937),
revista mensual en latín; “Camino, Verdad y Vida” (1952), revista mensual
para dar a conocer y enseñar la doctrina cristiana; La Vida en
Cristo y en la Iglesia (1952), con el fin de hacer “conocer los tesoros
de la Liturgia, difundir cuanto sirve a la Liturgia, vivir la Liturgia
según la Iglesia”. El P. Alberione piensa también en los
muchachitos: para ellos empieza a publicar en 1924 “Il Giornalino”.
Se pone mano asimismo
a la construcción del gran templo dedicado a san Pablo en Alba.
Seguirán los otros dos a Jesús Maestro (en Alba y Roma) y
el santuario a la Reina de los Apóstoles (Roma). En 1926 nace la
primera Casa filial en Roma, seguida en los años sucesivos por
muchas fundaciones en Italia y en otras naciones.
Entretanto crece el
edificio espiritual: el Fundador inculca el espíritu de entrega
mediante “devociones” de fuerte dinamismo apostólico: a
Jesús Maestro y Pastor “Camino y Verdad y Vida”, a María
Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles; a san Pablo
apóstol. Es precisamente la referencia al Apóstol lo que
califica en la Iglesia a las nuevas instituciones como “Familia
Paulina”. La meta ansiada por el Fundador como primer empeño, es
la conformación plena con Cristo: acoger todo el Cristo Camino y
Verdad y Vida en toda la persona, mente, voluntad, corazón,
fuerzas físicas. Orientación codificada en el librito “Donec
formetur Christus in vobis” (1932).
En octubre de 1938 el
P. Alberione funda la tercera congregación femenina: las
Hermanas de Jesús Buen Pastor o “Pastorcitas”, destinadas al
apostolado pastoral directo en auxilio de los Pastores.
Durante el obligado
paréntesis de la segunda guerra mundial (1940-1945), el Fundador
no se detiene en su itinerario espiritual. De ello son testimonio los “Cuadernillos
espirituales”, en los que anota las inspiraciones y los medios que
adoptar para responder al proyecto de Dios. En esta atmósfera
espiritual nacen las meditaciones que cada día dicta a los hijos
e hijas, las directrices para el apostolado, la predicación de
incontables retiros y cursos de ejercicios (recogidos en sendos
opúsculos). El empeño del Fundador es siempre el mismo:
hacer comprender a todos que “la primera preocupación en la
Familia Paulina será la santidad de la vida, la segunda la
santidad de la doctrina”. A la luz de esto hay que entender su Proyecto
de una enciclopedia sobre Jesús Maestro (1959).
En 1954, recordando el
40 aniversario de fundación, el P. Alberione aceptó por
primera vez que se escribiera de él en el volumen “Mi
protendo in avanti”, y consintió en facilitar algunos
apuntes suyos acerca de los orígenes de la fundación.
Surgió así el librito “Abundantes divitie gratie sue”,
que se considera como la “historia carismática de la Familia
Paulina”. Familia que fue completándose entre 1957 y 1960, con
la fundación de la cuarta congregación femenina, el
Instituto Regina Apostolorum para las vocaciones (Hermanas
“Apostolinas”), y de los Institutos de vida secular consagrada: San
Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Jesús
Sacerdote y Santa Familia. Diez instituciones (incluidos los
Cooperadores Paulinos), unidos todos ellos por el mismo ideal de
santidad y de apostolado: la reafirmación de Cristo “Camino,
Verdad y Vida” en el mundo, mediante los instrumentos de la
comunicación social.
A lo largo de los
años 1962-1965, el P. Alberione es protagonista silencioso pero
atento del Concilio Vaticano II, a cuyas sesiones participa
diariamente. Entre tanto, no faltan tribulaciones y sufrimientos: la
muerte prematura de sus primeros colaboradores, san Timoteo Giaccardo y
Tecla Merlo; la preocupación por las comunidades en
países con dificultades y, personalmente, una martirizadora
escoliosis, que le atormentaba noche y día.
Sus últimas horas se vieron confortadas con la visita y la
bendición del papa Pablo VI, que nunca ocultó su
admiración y veneración por el P. Alberione. Murió el 26 de noviembre
de 1971, semi ciego y de una bronconeumonía en
Roma, despues de haber recibido la absolución de Pablo
VI. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 27 de abril de 2003.