SAN TEOBALDO DE PROVINS
30 de junio
1066 d.C.
Nació en Provins, hijo del conde Arnoldo de Champagne;
inicialmente fue soldado; pero a los 18 años, después de
haber leído la vida de los padres del desierto, quedó
fascinado de su vida, entre otras cosas, la renuncia de sí
mismos, el espíritu ascético y la pureza de vida. Ante la
propuesta paterna de una vida militar, digna de un noble, la
rechazó prefiriendo abandonar la vida mundana, las comodidades y
las riquezas, para seguir la vida contemplativa. Junto a su amigo san
Walter, ingresó en la abadía Saint-Rémi en Reims,
buscando mayor perfección. La fama de su santidad atrajo a
muchos peregrinos y penitentes que buscaban sus consejos y
oraciones.
Más tarde, vestidos de mendicantes, los dos vagaron por el norte
de Francia para establecerse en un lugar solitario, en Pettingen en
Luxemburgo. Cada uno construyó una celda y vivieron de prestar
servicios accesorios a la población nativa.
Peregrinaron a Compostela, ante el temor de ser
descubiertos como grandes señores. Luego fueron en
peregrinación a Roma. Después se establecieron en
Salanigo, en Vicenza, donde Walter murió al cabo de dos
años. Teobaldo dobló sus ejercicios de penitencia, y el
obispo de Verona le ordenó sacerdote. La fama de su santidad
llegó hasta su tierra natal, y favoreció la
conversión de sus padres, fueron a su encuentro; su madre
terminó sus días como eremita.
Mas tarde algunos otros ermitaños se reunieron
entorno a su celda, y fue director espiritual de mucha gente. Antes de
morir, quizás de lepra, que soportó con heroica
paciencia, recibió el hábito camaldulense. Le
canonizó el Papa Alejandro II en 1070.