SANTA URSULA
LEDOCHOWSKA
29 de mayo
1939 d.C.
Nació en Loosdorf, Austria, en el seno de una familia de la
nobleza polaca y suiza en decadencia y exiliada y se llamaba Julia. Su
hermana la beata María Teresa Ledóchowska, fue fundadora
de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas) y conocida
como “madre África”; su hermano Vladimiro, fue Prepósito
General de la Compañía de Jesús; otro de sus
hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió en
el campo de concentración de Dora-Nordhausen en 1945 por los
nazis.
Se trasladó con su familia a Cracovia (1883) y se
dedicó a los pobres, ingresó en el monasterio de Santa
Úrsula de Cracovia. Durante su profesión en 1889
tomó el nombre de María Úrsula de Jesús.
Destacó por su amor a Dios, su talento educativo y su
sensibilidad ante las necesidades sociales de las jóvenes. En
1904 fue elegida superiora del convento de Cracovia. Abrió el
primer internado para universitarias en Polonia. Convencida de cambiar
las Constituciones según las nuevas exigencias
pastorales, se dirigió a Roma, y en audiencia con san Pío
X, le pidió realizar su trabajo apostólico en Rusia.
Se marchó a Petroburgo para dirigir el convento
"Stella Maris" para las muchachas rusas de religión
católica, siempre en clandestinidad. Expulsada de Rusia durante
la I Guerra Mundial (por ser austriaca), viajó por Escandinavia
y Dinamarca recogiendo ayuda para las víctimas de la guerra.
Trasladó su comunidad a Aalborg, en Dinamarca, en 1917 a
raíz de la revolución bolchevique. En este tiempo la
Santa Sede le concedió permiso para transformar su convento
autónomo de Ursulinas en la Congregación de Hermanas
Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.
La espiritualidad de esta Congregación se centra en
la contemplación del amor salvífico de Cristo y en la
participación en la misión por medio de la
educación y el servicio al prójimo, especialmente a los
más necesitados. Úrsula educaba a sus religiosas para
amar a Dios sobre todas las cosas y en Dios a toda persona humana y a
toda la creación. Recomendaba, como testimonio creíble de
una relación personal con Cristo, la sonrisa, la serenidad de
espíritu, la humildad y la capacidad de vivir la vida ordinaria
como camino privilegiado para la santidad. Ella misma era un ejemplo
notable de ese tipo de vida. Por su gran labor recibió
condecoraciones estatales y eclesiásticas. Murió en
Roma. Fue canonizada por san Juan Pablo II el 18 de mayo de 2003.