SANTA TERESA DE
JESÚS JORNET E IBARS
1897 d.C.
26 de agosto
Nació en Aytona (Lérida), en el seno de una familia de
agricultores. En sus primeros años experimentó las
durezas de la vida antes de diplomarse como maestra en Lérida,
gracias a la generosidad de sus tíos, los Palau (padres del
beato Francisco Palau y Quer). Ejerció el magisterio (obtuvo el
título en Barcelona) en Argensola, Barcelona, pero como ansiaba
su vida religiosa fuera del mundo, ingresó en el convento
burgalés de Briviesca para hacerse clarisa; una postilla que le
apareció en la frente, aconsejaron que dejara el convento por si
fuera contagiosa. Su tío Francisco Palau intentó
enfilarla en su fundación de Terciarias carmelitas, ella no se
comprometió pero trabajará por esta fundación y
fue nombrada visitadora de las escuelas que se iban abriendo.
Murió el padre Palau y Teresa volvió a su casa. Su madre
se hallaba enferma, y la hija la tuvo que acompañar al balneario
de Estadilla (Barbastro); durante esta estancia, conoció, a
Saturnino López Novoa, maestro de capilla de la catedral de
Huesca, que le propuso la fundación de un Instituto dedicado al
cuidado de los ancianos.
Así, en 1872, fundó en Barbastro las
Hermanitas de los Ancianos Desamparados, junto a diez jóvenes
que se unieron al proyecto. Gracias a su profunda comprensión de
las cosas religiosas, a su fuerza de ánimo, a su incansable
trabajo y a su capacidad de resistencia fue capaz de abrir durante su
vida más de 103 casas de la Congregación, todo ello sin
ayuda económica, sino gracias a las limosnas. Fue ella quien
inauguró la costumbre de colocar en la portería una
estatuilla de san José con la muestra de lo que necesitaban en
la casa: garbanzos, arroz, aceite, azucar..., para que los bienhechores
conocieran las urgencias y las pusieran remedio.
A sus hijas les decía: "Hijas mías, recordad
que los reyes de nuestras comunidades deben siempre ser los ancianos.
Si vosotras tenéis vocación no es privilegio vuestro sino
de los ancianos. Si no hubiera ancianos vosotras no estaríais en
la casa de Dios ni seríais sus esposas... Luego todos vuestros
afectos y desvelos deben estar cifrados en los ancianitos, a los que
debéis amar como si fuera el mismo Jesucristo. Jamás
digáis a ningún anciano: "Si quiere marcharse, la puerta
está abierta". El Señor os ha llamado a nuestro Instituto
para le sirváis a Él y a su Madre bendita mediante el
servicio que prestáis a los ancianos y cuanto más pobres
y necesitados de vuestra ayuda sean, tanto mejor...". Viajó por
toda España, y entre los sacrificios más duros que tuvo
que soportar fue la epidemia de cólera de Valencia de 1883, que
se llevó por delante a 60 ancianos y 24 hermanitas en veinte
días. Murió en Liria, Valencia, después de una
larga enfermedad. Es la patrona de la ancianidad. Fue canonizada por el
Papa Pablo VI en 1974.