SANTAS JUSTA Y RUFINA
17 de julio
287 d.C.
Eran
dos hermanas que vendían la cerémica de su padre, un
alfarero pagano radicado en aquella Trajana, (hoy el barrio de Triana
de Sevilla). Ellas habían sido educadas en el cristianismo
gracias a personas cercanas a su familia; vendían la loza, y
ambas dedicaban parte de las ganancias a socorrer a los pobres.
Vivían casta y religiosamente, muy asiduas a la oración,
contentas con su pobreza y cuidado de su casa. Todos los años
celebraban los ciudadanos de Híspalis (Sevilla) unas fiestas en
honor de Venus, recordando la tristeza de ésta en la muerte de
su amado Adonis. Recorrían las mujeres las calles de la ciudad,
con la diosa sobre sus hombres. Importunando a todos y les
pedían una cuantiosa limosna para la festividad.
Un día -dicen las Actas- "se les
presentó un hombre pintarrajeado, pidiéndoles limosna
para un ídolo". Ellas se negaron diciendo: "Nosotras adoramos al
Dios increado y no a ese ídolo que no tiene vida en sí
mismo". Entonces el que llevaba a la diosa a cuesta, les rompió
todas la vasijas. Las dos jóvenes hicieron lo mismo con la
Venus, arrojéndola al suelo. Los presentes se alborotaron
diciendo que eran dignas de muerte. El juez Diogeniano las detuvo y las
mandó al potro; y ni la caminata a pie descalzo, ni los azotes
con garfios de hierro, ni la oscuridad y el hambre de la cárcel
las amedrentaron, aunque Justa murió allí mismo de
agotamiento y su cuerpo arrojado a un pozo, que rescató el
obispo Sabino, que le dio sepultura. Rufina, después de un
publico testimonio cristiano, dos días después fue
arrojada a las fieras, pero estas la no hicieron nada. Y entonces unos
verdugos la decapitaron. Sus restos se conservan en el monasterio de
Las Huelgas de Burgos. Patronas de Sevilla y Orihuela.