SANTAS RUFINA Y SEGUNDA
10 de julio
257 d.C.
Jóvenes romanas, hermanas e hijas de un senador romano, fueron
ahogadas en Tíber, durante la persecución de Valeriano y
sepultadas en las catacumbas de Santa Rufina en la vía Apia. Sus
Actas son apócrifas.
Según estas «Actas», que carecen de valor
histórico, Rufina y Segunda eran hijas de un senador romano
llamado Asterio. Una de ellas estaba prometida a Armentario y la otra a
Verino. Ambos jóvenes eran cristianos, pero apostataron durante
la persecución de Valeriano. Las dos santas se negaron a seguir
el ejemplo de sus prometidos y huyeron de Roma, pero su fuga se
descubrió pronto. Rufina y Segunda fueron arrestadas cerca de
Roma y conducidas ante el prefecto, Junio Donato. Éste
trató de hacerles apostatar con amenazas y halagos. Como todo
resultase inútil, mandó azotar a Rufina; entonces Segunda
exclamó: «¿Por qué consideras a mi hermana
digna de ese honor y a mí me juzgas indigna de él?
Mándame azotar también, puesto que también yo he
confesado a Cristo». Las dos hermanas fueron torturadas y
decapitadas juntas. Una dama pagana, llamada Plautila, les dio
sepultura a unos diez kilómetros de Roma, en la Vía
Aurelia, y se convirtió al cristianismo por su ejemplo.