SANTA ROSA DE LIMA
1617 d.C.
30 de agosto
Se llamaba
Isabel Flores Oliva y nació en Lima en el seno de una familia de
españoles. El sobrenombre de "Rosa" se lo dio una criada india
(Mariana) cuando vio su rostro (parecido a una rosa). Fue considerada
la rosa de Lima, por eso quiso llamarse "Rosa de Santa María".
Recibió la confirmación de manos de santo Toribio de
Mogrovejo que le cambió su nombre por el de Rosa. Tuvo una
educación esmerada, muy superior a las de las mujeres de su
tiempo. Hizo voto de virginidad y lo observó con
discreción y penitencia, y para huir de las cosas mundanas le
pidió permiso a su padre de vestir el hábito franciscano,
y lo vistió hasta los 22 años. Un día le hablaron
de sus trenzas como riesgo; y las cortó sin vacilar. Otro
día le ponderaron la suavidad de sus manos; y prefirió
desfigurarlas entre la cal y el mortero de albañilería.
En la casa paterna, donde pasó su vida, reprodujo en su cuerpo
los sufrimientos de la Pasión. Ella quiso todos los sufrimientos
sólo por amor de Cristo, que le dijo: "Oh Rosa de mi
corazón, tú eres mi esposa". Su madre no entendió
lo que la pasaba y la corrigió duramente mientras vivió.
Deseó ingresar en un convento de clarisas, pero la
Virgen María se lo impidió, y la hizo volver a su casa.
"Lo que daría yo por anunciar el Evangelio. Iría a
través de las ciudades, predicando la penitencia, con los pies
descalzos, el crucifijo en la mano y el cuerpo cubierto de un cilicio
espantoso. Caminaría durante la noche gritando: abandonad
vuestras iniquidades. ¿Hasta cuando seréis como
rebaños atolondrados?. Huid de los eternos castigos: pensad que
sólo hay un instante entre la vida y el infierno". Recluida en
su casa, hizo levantar una choza-ermita en el jardín de su casa,
donde pasó grandes horas de oración y soledad.
Allí tendrá que sufrir la penitencia y
la paciencia de ver todos los días a un amigo de su hermano,
enamorado de ella, que la pretendía en matrimonio con el
consentimiento de sus padres. Para vencer la tentación se
colocó una corona de espinas debajo de la toca y dormía
sobre un lecho de vidrios molidos. En 1610, a sus 24 años,
vistió el hábito blanco y negro de las terciarias de
santo Domingo ya que no había un convento en Lima de la segunda
Orden. Escandalizó a las gentes de su época por sus duras
penitencias, y se la tuvo por loca; uno de sus confesores le
mitigó las penitencias. Se dedicó a cuidar y atender a
los más pobres de Lima e hizo varios milagros; también
gozó del don de profecía y tuvo muchas visiones que
fueron catalogadas por sus confesores como místicas.
Inspiró la fundación de un convento de dominicas en Lima
y muchas jóvenes ingresaron por su mediación. Mantuvo
coloquios espirituales con san Martín de Porres y con Vicente
Bernedo. Los últimos años de su vida sufrió la
“noche oscura del alma” pero ella se mantuvo unida a Cristo y a
María, para pasar este proceso purificativo.
En su última enfermedad repetía:
"Auméntame el dolor: pero, Dios mío, dadme paciencia". Su
esposo Jesús la había advertido una noche:
"Prepárate, se acercan los esponsales". Expiró
repitiendo: "Jesús, Jesús, quédate conmigo",
después de una larga y dolorosa enfermedad. Está
enterrada en la iglesia de Santo Domingo de Lima.
El Papa Clemente X la canonizó en 1671. La
celebración litúrgica se realiza aun hoy el 30 de agosto
en Perú, y es la fecha más tradicional, aunque en el
calendario universal se ha trasladado al 23 del mismo mes. Es la
primera Santa de América. Patrona del Perú, de Lima, de
América del Sur y de Filipinas.