SANTA RIPSIMA DE
ARMENIA
313 d.C.
29 de septiembre
Rípsima (Hrip´sime) era una noble doncella que
había ingresado a una comunidad de vírgenes consagradas
que se había establecido en la ciudad de Roma y que
presidía la doncella Gaiana. Cuando el emperador Diocleciano
decidió tomar esposa, contrató a un pintor para que
recorriese Roma y le pintara el retrato de todas las doncellas
más hermosas para elegir entre ellas a la que habría de
ser su mujer. El artista se esmeró tanto en cumplir con la
misión que le había sido encomendada, que se las
arregló para entrar subrepticiamente a la inviolable casa de las
vírgenes de Gaiana y, a escondidas, hizo el retrato de varias
doncellas cristianas. En cuanto Diocleciano examinó las pinturas
eligió, sin titubeos, a Rípsima. Inmediatamente se
comunicó a la doncella el honor de que había sido objeto,
pero ella no lo consideró así y rehusó
enérgicamente contraer nupcias con Diocleciano. Entonces Gaiana,
inquieta y acongojada por las represalias que pudiera tomar el
desdeñado emperador, convocó a todas sus pupilas, las
sacó de la casa, las condujo fuera de Roma y las hizo abordar
una nave que iba a partir con destino a Alejandría. Desde aquel
puerto, la comitiva de vírgenes atravesó la Tierra Santa
hasta llegar a Armenia.
Se establecieron en la ciudad de Varlarshapat, donde
residía la familia real, y se ganaron la vida tejiendo en los
telares. No pasó mucho tiempo sin que la extraordinaria belleza
de Rípsima llamase la atención, y tanto fue así
que los rumores llegaron a Roma, aun ante que a los oídos del
rey Tiridates de Armenia, puesto que Diocleciano envió un
mensaje al monarca para pedirle que hiciese morir a la virgen Gaiana y
rescatase a Rípsima para mandarla de regreso a Roma, a menos que
desease conservarla para su propio placer. En seguida ordenó
Tiridates que Rípsima fuese llevada a su presencia y, con gran
magnificencia, dispuso un banquete en palacio para recibirla. Pero
cuando los miembros de la delegación enviada por el rey llegaron
al convento, Rípsima se puso en oración para que la
librase Dios de aquel peligro y, al instante, se desató una
tempestad de tal violencia, que los caballos de los cortesanos y sus
jinetes huyeron a la carrera en completa confusión. Al enterarse
Tiridates del suceso y de que la doncella se negaba a acudir,
ordenó que fuese llevada por la fuerza y, cuando por fin estuvo
en su presencia, se sintió como hechizado por su belleza y, al
momento, avanzó hacia ella con intenciones de abrazarla y
besarla. Rípsima resistió con tanta energía los
asaltos del monarca, que acabó por derribarlo al suelo. Al verse
en posición tan ignominiosa, Tiridates montó en
cólera y mandó que la doncella fuese encarcelada. Sin
embargo, durante la noche, consiguió escapar y regresó al
convento.
Al día siguiente, al descubrirse que había
huido, el propio rey llamó a sus soldados para que salieran a
perseguirla y les ordenó que, donde quiera que la encontrasen,
le dieran muerte, lo mismo que a las otras doncellas que la
acompañaban. En el mismo convento se procedió a torturar
a Rípsima a la que se asó en vida a fuego lento y, sobre
la parrilla, se le cortaron uno a uno, todos sus miembros. Santa Gaiana
y las otras treinta y cinco doncellas sufrieron una muerte igualmente
cruel. Santa Mariamne fue sacada a rastras de su lecho de enferma y
desmembrada. Sólo una de las vírgenes, santa Cristiana,
escapó de morir y, con el tiempo, se convirtió en la
misionera que evangelizó a los habitantes de Georgia, en el
Cáucaso.
La matanza tuvo lugar el 5 de octubre, fecha ésta
en que se menciona a las mártires en la menología
armenia. Una semana, después, el rey Tiridates recibió su
merecido, porque se hallaba de cacería, cuando quedó
transformado en un oso. San Gregorio el Iluminador que había
estado encadenado durante quince años en un foso, rompió
el encantamiento y devolvió su naturaleza al rey. Las
vírgenes martirizadas se aparecieron a san Gregorio durante la
fabulosa visión que tuvo en Etshmiadzin y, en torno a la gran
iglesia de esa ciudad, hay muchas otras más pequeñas,
supuestamente colocadas en los sitios donde fueron martirizadas santa
Rípsima, santa Gaiana y las otras doncellas.
Por extravagante que sea la leyenda, no hay duda de que el
culto a estas vírgenes y mártires existe desde la
antigüedad en Armenia. A Rípsima se la veneró en
Egipto con el nombre copio de "Arepsima", Lo mismo que en los textos
árabes y en el martirologio sirio de Rabban Silba. Por el
testimonio de los historiadores armenios Fausto y Lázaro, se
puede afirmar que las mártires comenzaron a venerarse desde
antes de la mitad del siglo V.
La Iglesia Armenia festeja a estas mártires en los días
sucesivos, el lunes y martes después de la Santísima
Trinidad; la popularidad de estas santas, se debe que su martirio fue
el origen de la conversión de toda Armenia.