SAN TARASIO DE CONSTANTINOPLA
18 de febrero
806 d.C.
Patricio
de Constantinopla, funcionario de la emperatriz Irene. Aunque era un laico,
fue elegido patriarca y acepto el cargo con la condición que fuese
convocado un Concilio ecuménico para poner fin a la persecución
iconoclasta. Le fueron aceptadas estas condiciones y fue consagrado en la
Navidad del 784.
En el 787, se celebró
el II Concilio de Nicea, cuyos decretos fueron aprobados por el papa Adriano
I. Al poco tiempo, el hijo de Irene, Constantino VI, quiso divorciarse de
su esposa para casarse de nuevo y un sacerdote de Constantinopla celebró
el nuevo matrimonio. San Teodoro “Estudita” y su monjes rigoristas criticaron
a Tarasio por haber sido demasiado indulgente, y le obligaron a que suspendiera
al sacerdote que había celebrado el nuevo matrimonio del emperador.
Otros historiadores afirman
que nuestro santo se opuso a este matrimonio desde el primer momento, destituyó
al presbítero que casó al emperador y por eso tuvo la inquina
de Constantino quien le persiguió durante el resto de su reinado.
Se cuenta que el emperador hacía seguir al patriarca en todos sus
movimientos, que había prohibido a todos que hablasen con él
sin su permiso, y que desterró a muchos de los amigos y servidores
de Tarasio por dirigirle la palabra. Entre tanto, la emperatriz Irene que
quería seguir gobernando, se ganó a los principales personajes
de la corte y el ejército, encarceló a su hijo y le mandó
sacar los ojos. Irene gobernó durante cinco años, hasta que
fue depuesta por Nicéforo, quien usurpó el imperio y la desterró
a la isla de Lesbos.
Bajo
el reinado de Nicéforo, Tarasio desempeñó sin contratiempos
sus deberes pastorales. En su última enfermedad no dejó de
celebrar el santo sacrificio, mientras pudo moverse. Poco antes de morir,
Tarasio tuvo una visión en la que, según cuenta su biógrafo
-que se hallaba con él en ese momento-, el prelado parecía
responder a las acusaciones de un grupo de hombres que juzgaban cada una
de las acciones de su vida. Tarasio se mostraba sumamente agitado al responder
a las acusaciones. Esto atemorizó mucho a todos los presentes, pues
la vida del patriarca había sido muy íntegra. Pero a la agitación
sucedió una gran serenidad y san Tarasio entregó su alma a
Dios en medio de una gran paz, después de haber gobernado al patriarcado
durante veintiún años. Tarasio es muy venerado en la iglesia
ortodoxa.