SANTA PAULA DE ROMA
26 de enero
404 d.C.
Nació en Roma en el seno de una familia que descendía de
los Gracos y Scipiones romanos. Se casó a los 15 años y
se quedó viuda a los 32 años del senador Toxocio. Tuvo
cuatro hijas y un hijo: santa Blesila, Paulina, santa Eustoquio, Rufina
y Toxocio. Junto con un grupo de damas romanas, se reunía en el
palacio de su amiga santa Marcela de Roma para escuchar las
lecciones bíblicas de un monje extranjero, san Jerónimo.
Por estas lecciones, Paula se consagró con sus hijas a la
más extricta piedad; estudiaron el hebreo para leer las
Escrituras y sólo vivieron para Dios. Su casa se
convirtió en el primer monasterio femenino de Roma, aunque no
tuviera una regla concreta, pero bajo la dirección de san
Jerónimo. Aquella relación se hizo tan estrecha, que
surgió la calumnia hacia ellos.
Al poco tiempo murió su hija santa Blesila y, Jerónimo,
víctima de las calumnias tuvo que salir de Roma en el 385.
Siguió con otras discípulas las huellas del maestro.
Peregrinó a los Santos Lugares, y en Belén,
edificó dos monasterios: uno masculino para san Jerónimo
y sus discípulos, y el otro femenino para ella, dirigidos
espiritualmente por Jerónimo; además fundó una
casa para peregrinos, llevando así a término su ideal
monástico. Junto a ella se consagró su hija menor santa
Eustoquio (en Roma había dejado a sus otros hijos al cuidado de
amigos). Jerónimo dijo "Paula y Eustoquio, mal que le pese al
mundo, son mías en Cristo". Paula gastó toda su fortuna,
se desvivió en caridad y fervor; vivió la oración
y el estudio de las Sagradas Escrituras, hizo penitencia y fue modelo
de humildad. Murió rodeada del cuidado de su hija Eustoquio.