SANTA OLGA
11 de julio
969 d.C.
Princesa rusa. Se casó con el príncipe Igor, gran duque
de Kiev, del cual tuvo un hijo. Al morir su marido tuvo que tomar las
riendas del país como regente porque su hijo todavía era
menor de edad. Tanto Olga como su nieto san Vladimiro eran
bárbaros y crueles antes de su conversión. El
príncipe Igor, de Kiev, esposo de la santa, murió
asesinado. Para vengarle, Olga mandó dar muerte a los asesinos
en calderos de agua hirviente y acabó, por medio de la
traición, con centenares de sus partidarios.
Renunció a su cargo y, dejándolo todo, se marchó a
Constantinopla, donde el emperador de Oriente, Constantino
Porfirogeneto, la recibió con la condición de que se
bautizara en la fe cristiana. Se bautizó en el 955 tomando el
nombre de Elena (Olga en ruso). Así, Olga se convirtió en
la primera rusa que abrazaba el cristianismo según la
tradición popular.
Cuando regresó a Kiev, fue misionera de la
nueva fe y pidió al emperador Otón el Grande que le
enviara misioneros a su tierra, y allí marchó san
Adalberto de Magdeburgo, pero la misión fracasó: la santa
no consiguió que su hijo Svyatoslav se convirtiese al
cristianismo. A instancias de su madre, el príncipe
respondía, no sin razón: «Si me convierto a una
religión extranjera, mis súbditos se reirán de
mí», más tarde con Vladimiro de Kiev la
religión cristiana hará entrada firme en el estado ruso.
Construyó la primera iglesia en Rusia.
Olga murió a edad muy avanzada. Según el
cronista, Olga, después de su conversión,
«siguió a nuestro Señor Dios en todas sus obras
bondadosas, iluminándose con ellas, vistiendo a los desnudos,
saciando a los sedientos y calmando a los peregrinos, a los indigentes,
a las viudas y a los huérfanos, compadeciéndose de todos
y entregando a todos lo que les era necesario, con serenidad y con amor
en su corazón». Su nieto Vladimiro, que tenía
apenas seis años cuando murió su abuela, hizo abrir su
sepulcro y se encontró el cuerpo incorrupto, y lo hizo trasladar
a la iglesia de Desiatina.