SANTA MATILDE
14 de marzo
968 d.C.
Hija
del conde Teodorico, nació en Westfalia. Pertenecía a la
nobleza danesa. Se educó en el monasterio de Herford, donde era
abadesa su abuela Matilde, del que salió, en el 909, para
contraer matrimonio con Enrique I el Pajarero, duque de Sajonia. Diez
años después, Enrique se convirtió en rey de
Germania y ella, en su guía y consejera. Influyó en
suavizar el violento talante del monarca. "Tu mitigaste mis
cóleras y me apartaste a menudo de la iniquidad" le dijo en el
lecho de muerte. Tendrá como hijos a Otón el Grande,
emperador de Alemania; Enrique, duque de Baviera; san Bruno I “el
Grande”, arzobispo de Colonia; Gerberga, esposa de Luis de Outremer, y
reina de Francia; Eduvigis, madre de Hugo Capeto. Matilde y Enrique
eran un solo corazón. "En ambos, dice un biógrafo,
reinaba el mismo amor a Cristo, una misma unión para el bien,
una voluntad igual para la virtud, la misma compasión para los
súbditos y el mismo afecto entrañable para todos. Los dos
merecieron las alabanzas del pueblo".
Los sufrimientos de la
intriga política, purifican su entrega en las manos de Dios. Los
pobres y las almas, los hospitales, los presos y los templos fueron sus
preocupaciones constantes; especialmente durante su vida retirada en
los monasterios de Engern, en Westfalia, y de Nordhausen en Turingia. A
ella se debe la fundación de la abadía de Pochlde, y
además los monasterios antes citados, también
fundó, en 929, los monasterios de San Servacio y San Wicperto en
Quedlinburg. Fue una mujer entregada a la oración, a socorrer a
los pobres, y a visitar a los presos, preocupándose por cada uno
de ellos, buscando siempre que se les aplicara la justicia más
justa y suave, y en muchos casos procurando su libertad.
A la
muerte de su esposo, en el 936, por una hemiplejía, los hijos
lucharon entre sí para conseguir dominar uno sobre otro. Su
generosidad hizo que sus hijos le quitaran las rentas acusándola
de dilapidar el erario público. Ella no dijo nada, solamente
oraba, y fue confinada por su hijo Enrique, al que había
favorecido, en el monasterio de Engern. Su oración tuvo su fruto
y sus hijos, arrepentidos le restauraron toda maledicencia. Se
retiró como oblata benedictina al monasterio de Nordhausen.
Murió a los 70 años en el monasterio de Quendlinburg, al
que había acudido antes de morir.