SANTA MARINA
18 de junio
Siglo IV d.C.
Era una
jovencita de Alejandría en Egipto, que transcurrió toda
su vida en un convento masculino, haciéndose pasar por monje,
porque su padre, Eugenio, al enviudar, y ella ser hija única, la
hizo ingresar en el mismo convento y vestirse con ropas masculinas, y
la hizo pasar por Marino. La niña creció en la
práctica de todas las virtudes monásticas, e incluso
después de la muerte de su padre, siguió ocultando su
identidad y progresando en la ascesis, ocultando a todos su identidad.
Un día el hegúmeno le ordenó que
acompañara a algunos monjes a un viaje fuera del monasterio. A
lo largo del camino pernoctaron en una posada, y precisamente aquella
noche, la hija del posadero fue seducida por un soldado y quedó
en cinta. La joven acusó a Marino de ser el responsable, y el
padre fue al monasterio a acusarla y ella con humildad, no se
justificó y aceptó la penitencia de verse expulsada del
monasterio. Sin embargo, permaneció en las proximidades del
monasterio trabajando como jornalero y pidiendo limosna durante varios
años, y criando a su supuesto hijo que el posadero le
había entregado; los monjes se apiadaron de él y le
permitieron regresar. Pero en adelante tuvo que realizar las tareas
más inferiores, cosa que hizo con gran alegría, humildad
y paciencia; pero sólo cuando murió su nombre se
transformó de Marino en Marina. La hija del posadero,
poseída por el diablo, fue a la tumba de la santa, y arrepentida
se curó y convirtió. La leyenda de Marina figura junto a
las de santas Pelagia, Eugenia y Eufrosina, que tratan el mismo tema.
Se piensa que es un desdoblamiento de santa Margarita de
Antioquía.