SANTA MARÍA
MICAELA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
15 de junio
1865 d.C.
La llamada
"Madre Sacramento", se llamaba María Micaela Desmaisières
López de Dicastillo. Nació en Madrid mientras su padre,
Miguel Desmaisières, conde de la Vega del Pozo y marqués
de Los Llanos de Alguazas, estaba luchando contra Napoleón junto
con el general Castaños. Su madre fue Bernarda López de
Dicastillo, dama de la reina María Luisa; la familia tuvo que
huir a Cádiz, estableciéndose en la isla de León
(luego San Fernando). Cuando terminó la guerra, fue enviada al
colegio de las ursulinas de Pau, Francia. Volvió a Madrid, y
luego se estableció con la familia en Guadalajara, donde se
dedicó a socorrer a los pobres, sobre todo durante la epidemia
de cólera de 1834.
Existe un período de su vida, que ella llamó
"año perdido", en que se dejó seducir por los atractivos
de la Corte y de su clase social. Volvió a Madrid; sintió
la llamada de la caridad, mientras trabajaba en el hospital de San Juan
de Dios, para levantar a los necesitados y especialmente a las
jóvenes caídas en peligro. Su vida transcurrió
entre sus obligaciones como vizcondesa y su entrega a esta
jóvenes como a cualquier necesitado: "Salía del teatro y
los salones sin haber perdido un sólo instante la presencia
divina". Durante ocho años viajó por Europa
acompañando, en París, a su hermano, conde de la Vega del
Pozo y embajador de España en Bruselas. Al poco tiempo de llegar
a París recibió la gracia mística el día de
Pentecostés y, a partir de ese momento, su vida cambió
radicalmente entrando por los caminos de la oración
mística y la eucaristía, la penitencia y la entrega a la
caridad. Intentó ingresar en las Hijas de la Caridad, pero su
deseo fracasó ante la oposición de su hermano.
A los 30 años, renunció al título de
vizcondesa de Jorbalán. En 1850, se decidió a vivir con
un grupo de estas jóvenes, sobre las que ejerció la
pedagogía que no encontraron en su hogar ni en su ambiente, pero
el Instituto no vivió por mucho tiempo ya que las seis primeras
"novicias" abandonaron, de manera que tuvo que fundar un nuevo
Instituto, y siempre guiada por su director espiritual el jesuita padre
Carasa. Su máxima devoción personal era la
adoración eucarística; hasta tomar, como nombre completo,
María Micaela del Santísimo Sacramento; "Ofrecí a
Jesús enviarle cada día muchos pensamientos amorosos a
todos los Sagrarios del mundo, para que tenga amor y mi corazón
por compañía".
Fundó el Instituto de Adoratrices, esclavas del
Santísimo Sacramento y de la Caridad, para preservar y regenerar
a las jóvenes, con la ayuda de san Antonio María Claret,
ya que había muerto su antiguo director espiritual.
Sufrió incomprensiones, campañas de prensa, insultos,
intentos de asesinato, gravísimas penurias económicas.
"Tan sola, tan triste, tan despreciada de todos" dijo de sí
misma. Estos comentarios le llevaron a tratar con asiduidad con la
reina Isabel II, la cual le llamó muchas veces para pedirle
consejo, y la nombró directora de todos los colegios que fundara
en España. Poco a poco la obra se iba imponiendo en muchas
ciudades de la Península. Sus constituciones fueron aprobadas
por la Santa Sede en 1866. Colaboró con Jerónimo Usera en
la fundación de las Religiosas del Divino Amor. A sus hijas
espirituales les dijo: "Hijas mías, que en el amor de
Jesús Eucaristía nadie os aventaje". Al oír en el
verano de 1865, que la infección de cólera había
atacado a las religiosas de Valencia, allá acudió, pues
"haciendo las cosas de Dios, no hay que tener miedo de la muerte". A
los dos días se contagió y allí murió en
supremo sacrificio.
Escribió: “Relación de penitencias”;
“Apuntes de ejercicios y retiros”; “Reglamento interior”. Fue
canonizada el 4 de marzo de 1934 por Pío XI. Aunque murió
un 24 de agosto, su festividad se celebra dentro de las Adoratrices y
en España, el día 15 de agosto, fecha de sus votos
perpétuos, ya que en el día 24 de agosto coincidía
con dos santos muy importantes: san Luis rey de Francia y san
José de Calasanz.