SANTA MARÍA
GRECA
18 de julio
En
1656 una terrible epidemia de peste infectó el reino de
Nápoles y Puglia. La ciudad de Corato contó numerosas
víctimas y nada parecía que pudiera detener la
enfermedad. El pueblo, aterrorizado y descorazonado, elevó sus
ruegos a sus santos patronos, y sobre todo a María
Santísima. Mientras tanto, los ancianos del lugar sabían,
por antigua tradición, que en el sótano de una de las 25
torres que coronaban la ciudad, la llamada Torre de Grecia, se
conservaba una imagen milagrosa de la Virgen.
Se pensó
entonces en buscar el icono para exponerlo a la adoración
pública y lograr que María les liberara de aquel mal. Se
fueron a la torre, pero como no había paso abierto hacia los
sótanos, se abrió un agujero donde sólo
encontraron una cueva oscura y húmeda. El sacerdote Don
Francesco Jodice Lojodice, que pasaba por allí al ver a tanta
gente reunida, para evitar la propagación de la peste y las
supersticiones, intentó disolverlos, pero todo fue en vano.
Entonces encendió una lámpara votiva al borde del agujero
y pidió ayuda a Nuestra Señora.
Un hombre entró
en la cueva y sólo vió un ventanuco y restos de una
antigua pintura. Al alba del 17 de julio de 1656, mientras nuestro
sacerdote oraba a la Madre del Buen Consejo tuvo una visión en
de María (según se muestra hoy en su
representación pictórica) en la que le decía:
“¡Ánimo! hijo, consuela a esta gente pues pronto
será liberado de este terrible flajelo de la ira de Dios. En mi
honor rendireis culto en este lugar subterráneo”. Don Francesco
se marchó a Trani para hablar con el arzobispo, el dominico
español Tomás Sarria, para que le asesorase y le diera
permiso para transformar aquél sótano en un oratorio
abierto al público. Obtuvo todos los permisos.
El día
siguente, 18 de julio, comenzó la restauración del lugar,
acondicionarlo para poderlo abrir al público y fuera un lugar
digno de oración. Mientras tanto había contratado a un
pintor para que plasmara la imagen de su visión, pero no era
capaz de hacerlo. Al mediodía, después del rezo del “Angelus”,
una mujer ciega, llamada Beatrice Dell'Oglio, milagrosamente obtuvo la
vista y señalando una tabla de nogal pintada, exclamó:
“!!!Aquí está María, María está
aquí!!!”. Nuestro sacerdote, reconoció la imagen con la
visión que tuvo y dijo: “¡Ella es la imagen que se me
apareció, es Ella, es la misma!”.
A
partir de ese día en Corato cesó la peste. Desde entonces
Santa María Greca goza de gran veneración en el lugar. Su
santuario se ha convertido en lugar de peregrinación y esta
devoción mariana ha realizado muchos milagros. Es la protectora
especial de Corato.