SANTA MARÍA DE
SAN IGNACIO THÉVENET
3 de febrero
1837 d.C.
Nació en Lyon, en el seno de una familia acomodada. Glady, como
así la llamaban sus familiares, ejerció muy pronto un
fuerte influjo sobre los suyos. En el internado de la abadía
benedictina de Saint-Pierre-les-Nonnains recibió “una esmerada
educación integral”. Vivió en su adolescencia los
horrores de la Revolución y la quiebra de la industria familiar.
Presenció el fusilamiento de sus hermanos y recibió de
ellos la enseñanza del perdón para los violentos:
“¡Perdona, Glady, como nosotros perdonamos!”, como así
hizo cuando pasó aquel período histórico. El
esfuerzo hecho en aquel día y las tragedias que vivió le
produjeron una cefalea que persistió durante toda su vida, a la
que solía llamar su "Terror".
En este tiempo, con 19
o 20 años, tuvo novio. Pero ahora la experiencia del
perdón y de la fortaleza que brotaba del amor misericordioso de
Dios cambió el rumbo de su vida. Convencida de que tanto odio
era como consecuencia del desconocimiento de Dios, se preparó
para la misión a la que la Providencia le había
destinado: primeramente (1815-1818) como directora de un
activísimo centro caritativo y de formación espiritual,
constituido por la "Providencia de San Bruno" y la "Congregación
de damas creadas en Lyon en honor del Sagrado Corazón de
Jesús", centro animado por el sacerdote jesuita André
Coindre (“Las providencias” eran instituciones benéficas creadas
a principios del siglo XIX para acoger a los niños pobres,
enseñarles el oficio y formales cristianamente).
En
1818, en compañía de un grupo de amigas y animada por el
padre Coindre, a la aventura de reformar la sociedad en la
educación de la juventud, especialmente maltratada, que a su vez
crearan familias en cuyo seno nacieran futuras generaciones donde
naciera la paz y el amor. Nació así la
Congregación de las religiosas de Jesús y María,
bajo la Regla de san Agustín y lasConstituciones de san Ignacio en 1818.
Claudina tomó el nombre de María de San Ignacio. En
efecto, abrió inmediatamente en Fourvière un pensionado
para jóvenes de familias acomodadas, y una Providencia para las
huérfanas y jovencitas abandonas, a las cuales aseguró
una esmerada educación religiosa y social y, además de un
oficio, el de tejedoras de la seda (la industria de aquellos
días de la ciudad de Lyon). Pronto la nueva fundación se
extendió por todo el mundo. Los comienzos no fueron
fáciles, pero Claudina tuvo una enorme confianza en la
Providencia: “Dios proveerá” será una de sus frases
habituales. “Comunicar la bondad operante de Dios” y “hacer conocer y
amar a Jesús y a María”. La Congregación de
Jesús María estaba bien fundada, así lo
aseguró san Juan Bautista María Vianney. Murió en
la misma ciudad diciendo “¡Qué bueno es Dios!”. Fue
canonizada el 21 de marzo de 1993 por san Juan Pablo II.