SANTA MARÍA
CRUCIFICADA DE ROSA
15 de diciembre
1885 d.C.
![](santa_maria_crucificada_de_rosa.jpg)
Nació en Brescia. Se llamaba Paola di Rosa. Hija del director de
una fábrica de hilados de Brescia. Al morir su madre fue
confiada su educación a las monjas de la Visitación;
tenía 17 años cuando regresó a su casa, pero ya
había hecho voto de celibato, renunciando a la boda que le
había preparado su padre. Soportó pacientemente las
críticas de los libertinos defraudados y complaciéndose
en distribuir a los más pobres los bienes que disponía.
Así nació en Paula su fuerte vocación
apostólica. A los 18 años fue directora de unos 60
trabajadores que trabajaban en la hilandería de su padre en
Acquafredda, Mantua. Hizo un trabajo de apostolado social, y
conoció por primera vez, los problemas de los obreros.
Promovió ejercicios espirituales y misiones en las parroquias,
organizando al mismo tiempo una red de apoyo para los pobres y enfermos
y de asistencia a la juventud femenina.
El cólera de
1836, le hizo trabajar en el lazareto con los enfermos, con los que
practicó la caridad con energía, perseverancia y
amabilidad. Después de la epidemia, fundó en Brescia dos
escuelas para sordomudos; asistió a las mujeres ingresadas en la
Casa de la Industria, y se dedicó al problema de las
niñas de la calle. Después se concentró en fundar
las Esclavas de la Caridad, que era una asociación de enfermeras
religiosas dedicadas a la vida hospitalaria. Tenía 26
años cuando se hizo fundadora. Cambió su nombre por el de
María Crucificada di Rosa, por la devoción que
tenía hacia la Santa Cruz, y porque era el que llevó una
hermana salesiana ya fallecida.
La nueva Congregación se extendió por muchos hospitales
de Italia. Durante el asedio de las tropas francesas a Brescia,
María Crucificada optó por la resistencia, por la que fue
apodada "la leona de Italia", y a la cruel venganza al derrumbarse el
sitio puso a prueba su caridad y la de sus religiosas para con todos,
sin distinción de ninguna clase. No le faltaron las
críticas y las calumnias hasta que le fueron aprobadas las
constituciones, redactadas por su director espiritual Faustino Pazoni,
y aprobadas por el beato Pío IX en 1851. También
recibió la aprobación del emperador de Austria, ya que
entonces Brescia pertenecía al imperio austro-húngaro.
Murió en Brescia de una enfermedad fulminante. Fue
canonizada por Pío XII en 1954.