SANTA MARGARITA DE
ESCOCIA
16 de noviembre
1093 d.C.
De la
familia real inglesa, su madre era alemana y ella nació en
Hungría, en el destierro de su padre Eduardo, príncipe
inglés, cuando el trono de Inglaterra fue ocupado por los
daneses del rey Canuto. En 1057, pudo volver a su patria tras la muerte
del usurpador y el regreso del rey san Eduardo III "el Confesor",
hermanastro de su padre; pero en 1066, la batalla de Hastings
volvió a alejarlos del trono. Los normandos se habían
adueñado del país, y la dinastía anglosajona
decidió refugiarse otra vez en Hungría, pero una
tempestad llevó el barco hasta las costas de Escocia.
En Escocia estaba en el
poder el cruel Malcolm III, llamado "el sanguinario" (había
exterminado a los seguidores de Macbeth, que había asesinado a
su padre y usurpado el trono), que pidió por esposa a Margarita.
Ella aceptó por las súplicas de su familia (1070). Como
reina de Escocia, fue una esposa tan ejemplar que logró hacer
abandonar al rey sus costumbres salvajes, no permitiendo conversaciones
malvadas ante el rey y transformando las relaciones cortesanas. Tuvo
ocho hijos, uno de ellos santo (David, por aclamación popular).
Hizo convocar un
concilio escocés (según la “Vida” escrita por el
monje-confesor Teodorico de Dumferline), donde fueron eliminadas las
desviaciones heredadas de la evangelización irlandesa (la
celebración de la misa acompañada por ritos profanos, los
matrimonios entre parientes próximos) y reintroducidas las
prácticas romanas de la reforma cluniacense, como el comienzo de
la cuaresma con el miércoles de ceniza, la práctica de la
comunión pascual y del descanso dominical. Margarita se
mostró en este concilio también teóloga: en
efecto, en el concilio sobre la cuestión de si el hombre pecador
podía atreverse, a pesar de todo, a recibir el cuerpo de Cristo,
ella afirmó que, aun siendo todos pecadores podemos recibir la
comunión en la fe tras la confesión y la penitencia,
porque se nos perdonan los pecados.
En los tiempos de adviento y cuaresma seguía un régimen
de gran austeridad y de plegaria incluso nocturna y daba de comer a 300
pobres, y de repartir limosnas con gran caridad; y, según su
biógrafo, hizo erigir monasterios (como la abadía de la
Santísima Trinidad de Dumferline, en la que fue sepultada
después de su muerte), iglesias y albergues para los viajeros,
rescatando también a prisioneros ingleses detenidos en Escocia.
Los pobres fueron la primera preocupación de aquella reina; que
preguntada por el libro que más amaba, respondía: el
Evangelio. En el palacio real se trabajaba y estudiaba, se hacía
oración y lectura espiritual. Al morir en el 1093, el esposo y
el primogénito Eduardo en la batalla de Alnwick, defendiendo
Escocia de la invasión de Guillermo el Rojo, al ver
próxima su muerte en Edimburgo, dijo: "Gracias Señor,
porque me das paciencia para sufrir tantos dolores juntos". Su vida no
tuvo los sufrimientos que pudieron tener otras reinas, pero su gran
hecho virtuoso es que todo lo supo aceptar con una gran sencillez y
modestia. Sus restos reposan actualmente en el monasterio de El
Escorial, Madrid. Santa Margarita fue canonizada en 1250 por
Inocencio IV y se la nombró patrona de Escocia en 1673.