SANTA LEOCRICIA
15 de marzo
859 d.C.
Nació en Córdoba, de padres mahometanos pertenecientes a
la nobleza; recibió el bautismo en secreto y fue instruida en la
fe por una cristiana y san Eulogio. Al principio, mantuvo en secreto su
religión, pero al transcurrir el tiempo, la practicó
más abiertamente y confesó su fe a sus padres. Airados y
alarmados, trataron de hacerla apostatar por medio de súplicas,
amenazas, y finalmente, a bofetadas y por medio de la reclusión.
Leocricia se mantuvo firme y se las arregló para avisar a san
Eulogio, solicitando un refugio para ella y para su hermana Anulona. El
mensajero regresó con una favorable respuesta y la santa
esperó una oportunidad para escapar. Su actitud, pasiva en
apariencia, hizo creer a sus padres que estaba dispuesta a satisfacer
sus deseos y, en consecuencia, le dieron permiso para asistir a una
boda. Ella se dio maña para escapar de la fiesta y se
reunió con sus amigos cristianos.
San Eulogio le ofreció hospedaje, primero la ocultó en
casa de varios piadosos cristianos y finalmente en la suya propia. Pero
los padres de la muchacha la descubrieron, y, tanto ella como san
Eulogio, fueron llevados ante el juez. Cuando se le preguntó a
san Eulogio por qué la había ocultado, él
contestó: «Se me ha confiado el oficio de predicador y
tengo el santo deber de iluminar a todos los que buscan la luz de la
fe. No me puedo negar a mostrar el camino de la vida a aquellos que lo
buscan. Lo que he hecho por ella lo habría hecho por vosotros,
si me lo hubieseis pedido». Ambos fueron flagelados y condenados
a muerte. Eulogio murió por el delito de convertir a una
mahometana y Leocricia le siguió cuatro días más
tarde. Santa Leocricia fue decapitada y su cuerpo arrojado al
río Guadalquivir. Fue después rescatado y depositado en
Oviedo, al lado del de San Eulogio.