SANTA LEA
22 de marzo
384 d.C.
Era
una dama
romana, casada con un rico patricio. Vivía en un gran palacio
con muchos siervos. No conocía otra cosa que la abundancia y el
lujo. Al quedarse viuda, conoció a san Jerónimo y las
conversaciones que tuvo con él, la llevaron a una profunda
conversión y se retiró, joven todavía, a un
monasterio de Roma, en la comunidad de santa Marcela. Fue una abadesa
ejemplar. Cuando san Jerónimo viajaba a Roma, les explicaba las
Escrituras, y desde Belén seguía la formación de
aquella comunidad por medio de sus escritos.
Su mejor elogio lo
hace Jerónimo en su "Carta XXIV": "¿Quién
podrá alabar a santa Lea, como ella merece?. De tal manera
se convirtió a Dios que mereció ser cabeza de un
monasterio y madre de tantas vírgenes. Después de las
ropas delicadísimas, que en el mundo había vestido, se
viste ásperamente, para domar su carne; pasa noches en
oración; y enseña a sus compañeras, más con
su ejemplo que con sus palabras. Tan grande fue su humildad y tan
sujeta, que habiendo sido antes señora de sus criados,
después la tenían por criada de todos. Pero tanto
más era sierva de Cristo, cuanto menos era tenida por
señora entre los hombres. Su vestido era pobre y sin
ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos
sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo de la
ostentación".