Era
una joven noble de origen cartaginés que fue vendida como
esclava por los vándalos de Genserico a un mercader sirio
llamado Eusebio en el año 439; durante su esclavitud, se
dedicaba a los asuntos que le mandaba su amo, y al mismo tiempo
encontraba tiempo para la plegaria, la oración y la lectura de
libros piadosos. No se dejó seducir por su amo y siempre se
mostró alegre a pesar de la situación en la que
vivió.
El
comerciante creyó oportuno llevarla con él a un viaje a
las Galias, la nave hizo escala en Córcega en el momento en que
se celebraban unas fiestas paganas y cuando Julia se negó a
participar, el gobernador de la isla Félix se informó
quién era esa mujer que se negaba a participar en la fiesta, y
su amo le dijo que era una cristiana a la que no había podido
doblegar en su fe, pero que era una mujer tan buena y diligente que no
la cambiaría por nada. Félix le ofreció otros
esclavos, pero Eusebio se negó. Cuando el amo dormía,
Félix, se acercó a Julia, le prometió la libertad
si aceptaba renunciar a su fe y sacrificar a los dioses, Julia se
negó firmemente, y por ello fue crucificada, después de
haberla torturado. Patrona de la isla de Córcega.