SANTA JUANA ANTIDA
THOURET
1826 d.C.
24 de agosto
Nació en Sancey-le-Grand en la diócesis de
Besançon. Pertenecía a una familia de pobres campesinos.
Había trabajado de pastora y no gozaba de buena salud. Pronto se
quedó huérfana de madre, y tuvo, desde muy joven, que
asumir responsabilidades en su familia teniendo en cuenta que eran 15
de familia.
Desde muy joven sintió vocación religiosa
para dedicarse a los más pobres, pero encontró serias
dificultades para su realización. Una de ellas fue una
tentación a la que la quiso arrastrar una criada sin
escrúpulos, a la cual Juana resistió valerosamente. Desde
ese momento hizo voto de celibato en secreto. Fue catequista de su
pueblo con un grupo de muchachas. Su familia no quería que se
marchara a la vida religiosa, ya que ella era el alma de la familia,
pero a pesar de todo Juana defendió su vocación con
valentía.
Ingresó en la Hijas de la Caridad de San Vicente de
Paúl en 1787 en París, y como religiosa se sentía
incapaz de hacer algo interesante, pero lo era por la enorme humildad
que desarrolló. Durante la revolución francesa la
Congregación fue disgregada, y ella regresó a su pueblo,
donde a pesar de las grandes dificultades, curó a los enfermos,
abrió una escuela gratuita para niños y ayudó a
ejercer su ministerio a los sacerdotes no juramentados que actuaban de
forma clandestina.
En 1795, decidió entrar en la comunidad del Retiro
cristiano, fundada por el venerable Antonio Receveur. Era una comunidad
de “solitarios” que buscaban, fuera de Francia, la posibilidad de una
vida religiosa austera e intensamente entregada a la oración.
Juana permaneció dos años en ella, viajando por Suiza,
Baviera y Austria como enfermera, pero comprendió que esta no
era su vocación y se marchó.
En 1797, en Landeron, Suiza, se encontró con dos
sacerdotes no juramentados de su tierra, Francisco Bacoffe y Carlos
Chaffoy, quienes le aconsejaron que volviera a su patria y retomase su
misión de servicio. En 1799 abrió escuelas para
niñas y un comedor para los pobres. Con una regla parecida a la
de las hijas de la Caridad, fundó una nueva congregación
que las llamó "Instituto de las Hermanas de la Caridad" que
tuvieron un gran éxito; aunque no faltaron las dificultades ya
que Bacoffe reclamó el papel de superior general, y
además les prohibió relacionarse con el obispo de
Besançon porque había sido juramentado, a pesar de que
después había sido confirmado por el papa Pío VII,
por lo cual era su legítimo pastor.
En 1810, marcharon también al reino de
Nápoles llamadas por la madre del emperador. Juana
aprovechó para pedir la aprobación pontificia de la
Congregación. Pero el nuevo obispo de Besançon, que era
galicano, rechazó las nuevas constituciones y prohibieron a las
Hermanas recibir a Juana, que había regresado a Francia
después de pasar 8 años en Italia, a recomponer la
división de su Instituto. Pero el Instituto siguió,
aunque dividido en dos ramas. Juana volvió a Nápoles
donde vivió los tres últimos años de su vida con
el gran dolor de la división. Murió en Nápoles. En
1954 las dos ramas del Instituto se unieron. Fue canonizada en 1934 por
SS Pío XI.