SANTA INÉS DE
BOHEMIA
2 de marzo
1282 d.C.
Nació
en el castillo de los reyes de Praga. Hija de Premysl Otakar I, rey de
Bohemia y de la reina Constancia, hermana de Andrés I, rey de
Hungría. Desde su infancia se vio envuelta, en contra de su
voluntad, en proyectos de matrimonio por razones de Estado. A los tres
años fue encomendada a los cuidados de la duquesa de Silesia,
santa Eduvigis de Polonia, que la acogió en el monasterio de
Trebnitz y le enseñó los primeros rudimentos de la fe
cristiana. A los seis años la llevaron de nuevo a Praga y la
confiaron a las religiosas premostratenses de Doksany para su
instrucción. En 1220, la prometieron en matrimonio con Enrique
VII, hijo del emperador Federico II. Fue llevada a la corte del duque
de Austria, donde vivió hasta 1255 como una autentica cristiana.
El matrimonio se anuló, y regresó a Praga, donde
vivió la caridad y la oración para dedicarse a la vida
religiosa. Vinieron otras propuestas de matrimonio, como la de san
Wenceslao, pero el papa Gregorio IX, a quién Inés
había apelado, la protegió, y pudo así dedicarse
totalmente a su consagración.
Se enamoró
del espíritu franciscano, gracias a los primeros frailes que
llegaron a Praga y le hablaron de san Francisco y santa Clara, que
todavía vivía y con la que mantuvo una estrecha
correspondencia; con su propio dinero fundó en Praga (1232-1233)
el hospital de San Francisco y el Instituto de los Crucíferos.
Al mismo tiempo fundó el monasterio de San Francisco para las
Hermanas Pobres o Clarisas, donde ella misma ingresó en 1234.
Vivió toda su vida de forma heroica los tres consejos
evangélicos de Pobreza, Castidad y Obediencia. Junto con santa
Clara de Asís trabajó para obtener la aprobación
de una regla nueva de vivir en la absoluta pobreza que contó con
el apoyo de los papas Gregorio IX e Inocencio IV, aunque éste
último quiso mitigarles la absoluta pobreza, y les obligó
a poder poseer bienes, pero después, antes de morir,
aceptó su absoluta pobreza en la "Forma de vida y la Última
voluntad".
Su vida se
caracterizó por una profunda oración, caridad y
devoción a la Virgen María. Causó
admiración en su época, de manera que príncipes y
pontífices le pedían oraciones y su mediación ante
los reyes de Bohemia.
El culto
tributado desde su muerte y a lo largo de los siglos a la Inés
de Bohemia, tuvo el reconocimiento apostólico con el Decreto
aprobado por el Papa Pío IX el 28 de noviembre de 1874. Fue
canonizada por el Papa Juan Pablo II el 12 de noviembre de 1989.