SANTA INÉS CAO
KUIYING
1 de marzo
1856 d.C.
Nació en en la
aldea de Wujiazhai en la provincia de Guizhou, China, en el seno de una
antigua familia cristiana, se quedó huérfana en la
adolescencia y fue acogida en el orfanato católico. Luego se fue
a trabajar a la ciudad de Xingyi, donde conoció a una mujer
católica que le permitió vivir en su casa. Allí
conoció al obispo Bai, que la entusiasmó con la
profundización de la fe en al parroquia local, en lo que hizo
rápidos progresos.
Muy joven se
casó con Yuan, que la maltrató sin conciencia, varias
veces la hecho de casa, se opuso a que practicase su religión y
le negó lo más necesario para vivir, lo que obligo a la
desgraciada joven a trabajar horas y horas en otras casas para poder
sobrevivir. Sin embargo todo lo sobrellevó con admirable
paciencia. Cuando su marido se puso enfermo ella lo atendió con
gran dedicación hasta su muerte.
Una vez viuda, los
parientes de su marido no la quisieron recibir, así que una
viuda católica, mujer también versada en el conocimiento
de las Escrituras y de las enseñanzas de la Iglesia, la
acogió en su casa, y junto a ella Inés realizó
grandes y rápidos progresos espirituales.
Un día, cuando
san Agustín Chapdelaine estaba en al casa de visita,
descubrió lo bien que conocía Inés la fe y la
invitó a hacerse cargo de un trabajo misionero en Guangxi:
enseñar el catecismo a unas 30-40 familias del lugar. En el
invierno de 1852 se trasladó a la ciudad de Baijiazhai en Xilan,
lugar del que hizo su "cuartel general". Enseñaba catecismo de
un lugar a otro, así como también a cocinar y llevar una
casa, y durante su tiempo libre, realizaba trabajos de niñera.
Cuando ella estaba
ayudando en Yaoshan, en 1856, fue acusada de ser cristiana y fue
detenida junto con otros muchos; los demás fueron puestos
enseguida en libertad pero ella no, fue mantenida en prisión. El
magistrado del lugar utilizó primero la táctica de
seducirla con palabras bonitas para conseguir que negara la fe, y a
pesar de las torturas que la aplicaron, no apostató.
Sufrió la “tortura de la jaula”, que la obligó a estar
tres días seguidos de pie, sin poder sentarse. Cuando agotada
por esta tortura sufrió otras, no resistió más y
murió en Sy-Lin-Hien. Oraba: "¡Dios, ten misericordia de
mí, Jesús, sálvame!" Luego, el 1 de marzo,
gritó con fuerte voz: "¡Dios mío, ayúdame!",
y expiró.
El Papa León XIII la proclamó beata el 27 de mayo de
1900, y el Papa Juan Pablo II la canonizó el 1 de octubre de
2000. Tiene una parroquia de la comunidad china dedicada a su nombre en
Canadá.